sábado, 11 de abril de 2015

Joel-Peter Witkin, ¿romántico o realista?

Man with dog”, Ciudad de México, 1990
Gelatina de plata coloreada, edición de 15 fotografías
33 ½ x 25 ½ pulgadas
Colección Baudon-Leboin, París

Joel-Peter Witkin saltó a la fama, para ser al mismo tiempo amado y odiado por la crítica, a finales de los setenta debido a sus fotografías en las que los protagonistas son cadáveres (o partes de ellos), gente con taras físicas o psíquicas, y transexuales preoperados, mostrando todo el dramatismo tal cual es con toda su crudeza aunque no deja de manipular los negativos para darles un aspecto antiguo y algo onírico, además de realizar múltiples versiones de pinturas clásicas, desde “Las Meninas” de Velázquez, pasando por versiones de Arcimboldo y Picasso, hasta “La balsa de la Medusa” de Géricault, quien al igual que Witkin, éste mediante la fotografía y el primero mediante la pintura, realizó cuadros con cabezas cortadas y miembros amputados a modo de macabros bodegones. Pintor romántico por excelencia, quizás la pregunta de este ensayo podría plantearse sobre parte de su obra y su intención, pero centrémonos en Witkin.
He escogido esta fotografía sobre todo con la intención de establecer paralelismos y diferencias con “El origen del mundo” de Courbet, de quien también tiene una versión de “El estudio del pintor”, así como otros tantos artistas con una temática aparentemente similar. Aunque el desnudo femenino se ha encontrado a lo largo de toda la Historia del Arte, se podría decir que gracias a ese primer plano en el que se prescinde de la cabeza despersonalizando a la mujer, se dio un gran paso a la hora de darle al cuerpo humano y al erotismo la autonomía que le corresponde. No hay alegorías ni referencias míticas o religiosas. Gente como el Marqués de Sade en literatura y Courbet en la pintura con este cuadro en concreto, ayudaron a difundir la pornografía aunque no la inventaran, que siguió evolucionando hasta la pornografía de nuestra época, tanto la meramente “formalista” y hueca, como la que además de una cuidada forma tiene también un cuidado contenido. La obra del propio Joel-Peter Witkin suele ser tildada de pornográfica por la ingente cantidad de fotografías que muestran genitales o actos sexuales explícitos e incluso para mucha gente bizarros. En el caso de la dulce fotografía aquí mostrada, a diferencia de Courbet, la transexual es mostrada prácticamente de cuerpo entero mostrando su bello y melancólico rostro, pero muestra también la realidad de su sexo y su vida, con sus pechos y su pene, mostrando la evolución que hemos vivido en el sexo en las últimas décadas. Desde un punto de vista feminista y teniendo en cuenta las teorías queer, quizás hubiera sido más acertado titularla como “Human with Dog”, pero no deja de mostrar la realidad tal cual es aunque manipule, raye y coloree los negativos, pero sin esconder jamás genitales, miembros amputados, y por qué no, la belleza de los propios cadáveres, aunque en este caso concreto se limitó únicamente a darle un ligero tono sepia. Y a pesar de ello, como a muchos pudiera parecerles, su única intención no es la de mostrar esa gente y esa realidad que los demás no quieren ver (a Witkin la gente “normal” no le interesa y los propios modelos, buscados en peligrosas zonas de México, suelen coincidir al declarar que al posar para Witkin se han sentido dignificados), sino concederles esa dignidad mencionada además de en el plano terrenal, también en el espiritual, en sentido literal. Witkin es un hombre profundamente cristiano y en muchas de sus fotografías coloca a los modelos un antifaz con un cristo crucificado, ya que para él Cristo se encuentra en todos (en uno de sus más famosos autorretratos aparece con este antifaz que posteriormente sería utilizado por artistas como Floria Sigismondi). A la hora de realizar un retrato al cadáver de un chico después de habérsele realizado la autopsia y mostrando la piel cosida de arriba abajo, fotografía titulada “Glassman”, confesó que estaba seguro de que los dedos le habían crecido como si hubieran tocado el cielo y todos sus pecados hubieran sido perdonados. ¿Hay alguna manera más romántica de percibir y mostrar tanta crudeza?
Su obra, como ya se ha indicado repleta de versiones personalísimas de grandes clásicos, está llena de referencias míticas y religiosas, pudiendo adscribirse al romanticismo y a vanguardias artísticas como el surrealismo o el expresionismo, mostrando de manera magistral tanto el interior de los personajes y el inconsciente colectivo como el exterior y la realidad material de manera totalmente explícita. A lo largo de casi toda la historia del arte la carne ha sido una excusa para mostrar escenas religiosas (y viceversa). Courbet escogió el cuerpo, pintado de manera muy realista, como el único tema de la pintura. En las fotografías de Witkin cuerpo y alma, carne y espíritu, se encuentran en perfecta comunión, y esto se puede entender perfectamente siendo ateo. La representación de personajes bizarros no es nueva (a todos nos viene a la cabeza desde la mujer barbuda de Diego de Ribera o los enanos de Velázquez hasta los personajes de la película “Freaks” de Tod Browning), como tampoco lo es la representación de miembros amputados como en el ya mencionado caso de Géricault. El sexo como tema aislado y único lo veríamos ya en la Edad Contemporánea en casos como el del Marqués de Sade o Courbet. Sin embargo hasta la llegada de Witkin no se había visto mostrar de manera tan cruda y atrevida la carne, tanto muerta como viva, sin esconder ningún fluido ni órgano del cuerpo humano (incluso los internos) y relacionando la religión y la espiritualidad con los actos sexuales más explícitos y sadomasoquistas, no intentando epatar entre los religiosos ni mostrar la vida sexual de personajes religiosos como en la obra de muchos artistas contemporáneos a los que Witkin dio pie, sino mostrando la espiritualidad que se encuentra hasta en nuestras necesidades más básicas.
Aunque en la foto aquí mostrada no se encuentran el placer y el dolor físicos que pueblan casi toda su obra, se puede percibir en su mirada el dolor psíquico y espiritual de esta solitaria transexual que para subsistir utiliza su cuerpo y su carne para intercambiar dolor y placer físicos, y es que Witkin recorre todas las zonas de prostitución de México D.F. En búsqueda de sus modelos, prescindiendo de aquellas que según su intuición disfrutan plenamente de su oficio. Con todos los hombres que entran y salen de la habitación y el cuerpo de esta transexual, su único amigo es el perro que la acompaña y que comparte toda su vida, el que lame sus heridas físicas y psíquicas para limpiar la violencia, de ninguna manera como accesorio sino como absoluto co-protagonista de esta fotografía en uno de los actos más antiespecistas que se puedan concebir.
A Witkin no le interesa captar ninguna belleza vacía de contenido. No le interesa lo bonito. Le interesa el dolor que nos causamos los unos a los otros. Pero al mismo tiempo y según sus palabras con sus modelos pretende mostrar su vida más que la de los propios modelos, combinando a la perfección la cruda realidad con el onírico aspecto que les confiere a las fotografías mediante la manipulación del negativo, consiguiendo que penetremos en nuestro interior, que siempre está relacionado con el exterior. Es un arte religioso, admirable por cualquier persona que no sea creyente como es mi caso, pero autónomo respecto a ninguna institución religiosa, es más, celebra el cuerpo y rechaza el miedo al mismo. La defensa de todos los seres que sufren es un acto verdaderamente político, pero en ocasiones nos olvidamos de que lo que Witkin busca, al igual que otros artistas, es la belleza, la que palpamos en vidas llenas de experiencias, la que está dentro de los objetos y personas representadas, más allá de lo que captamos a simple vista. Nada tiene que ver con un impresionista, sin embargo también va detrás de la belleza. El fotógrafo Jan Saudek, cuya obra está repleta de actos sexuales con mujeres con un físico prácticamente contrario al de los cánones de belleza occidentales y contemporáneos, con todo el contenido social que le encontramos a sus fotografías, declaró en una ocasión que su deseo y su intención verdadera era poder ver que la gente consideraba sus imágenes tan bellas como para ser dignas de decorar las paredes de sus casas. Con una estética final muy diferente, el contenido y la intención de los 2 fotógrafos es muy similar. A veces olvidamos que aspectos considerados por algunos contrarios conviven sin ningún tipo de problema, al igual que tendemos a confundir conceptos tan diferentes como autonomía, independencia y separatismo, tanto en el arte como en la política en su sentido más extendido. William Burroughs dijo una vez que los artistas cambian las cosas más que los políticos. Quizás se trate más de entenderlo como 2 actividades diferentes con la misma intención o resultados similares, como 2 hermanos que se relacionan sin ser siameses ni estar uno al servicio del otro. Si de algo están al servicio las fotografías de Witkin en partícular y el arte en general, es de la propia belleza, la que se encuentra en la vida con todo lo que ella conlleva, incluyendo tanto el dolor como los sueños más románticos, permitiendo relacionarnos entre nosotros a los que sentimos lo mismo con su contemplación de manera que se crean maneras de organizarse y de relacionarse que se encuentran más allá de las socialmente establecidas, aprendiendo a conocernos a nosotros mismos, algo de nuevo tanto con tintes románticos como políticos. Considero que la figura del autor en este caso concreto es innegable. La contemplación de su obra, mediante la realidad que nos rodea, nos lleva a sumergirnos en los pensamientos y sentimientos más íntimos, como los que yo mismo plasmé en un texto del año 2002 basado en esta misma fotografía: http://josusein.blogspot.com.es/2008/11/witkin-y-yo.html
Joel-Peter Witkin: ¿romántico o realista? Yo afirmaría que las dos cosas.

BIBLIOGRAFÍA:
-Aznar Almazán, Y.; García Hernández, M.A.; Nieto Yusta, C., Los discursos del arte contemporáneo, Madrid, Editorial Universitaria Ramón Aceres, 2011
-Aguilar García, T., Cuerpos sin límites, Madrid, Casimiro Libros, 2013
-Butler, J., Deshacer el género, Barcelona, Paidós, 2006
-Celant, G., Witkin, Italia, Charta, 1995
-Claramonte, J., Lo que puede un cuerpo, Murcia, Cendeac, 2009
-Witkin, J.P., The Bone House, Nuevo México, Twin Palms Publishers, 2009
-Programa de Metrópolis dedicado a Joel-Peter Witkin, emitido el 21 de marzo de 1997

4 comentarios:

  1. No recuerdo si te conté que hace mil años, creo que en los 90 (¡fíjate tú!) vi en Madrid una exposición de Witkin. Por supuesto, sus fotografías están llenas de belleza, si no fuera así, algunas podrían resultar insoportables, en concreto las de cadáveres. Recuerdo una de dos cabezas, creo que en un plato, aunque en realidad, me parece recordar que era una cabeza cortada en dos. Esas imágenes, me hielan la sangre, pero al mismo tiempo, resultan fascinantes. Creo que las fotos de Saudek son menos "disturbing" que las de Witkin. Al menos para mí. Witkin es muy crudo, aunque por supuesto, ese retrato que encabeza el post, también es precioso, pero obviamente, no lo será para mucha gente. No sales, después de ver la obra de Witkin, feliz y sonriente, precisamente, como de una exposición de Pierre et Gilles. En cualquier caso, creo que su obra está llena de belleza y resulta inolvidable.

    Sobre el cuadro de Courbet, siempre he pensado que no se podía ser más directo y claro, sin nada extra que pudiera distraer de la intención y la idea original del autor. Creo que hoy en día, a pesar de la pornografía, o tal vez debido a ella, ese cuadro es impensable. Nadie hace cosas así ahora, no? Al menos, alguien con un nombre. Claro que también, puede que resulte absolutamente innecesario.

    Cuídate. Si te dejan.

    Cuídate.

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  2. Acabo de ver esa foto de la cabeza cortada en dos (creo). Esa en concreto, me hiela la sangre: http://blog.art21.org/wp-content/uploads/2011/10/Witkin_LeBaiser-1024x1024.jpg

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    1. Sí, es una cabeza cortada por la mitad y colocada de manera que una mitad bese a la otra, sin trucos ni montajes. :-)

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