viernes, 3 de abril de 2015

Textos para Roger una semana después de su suicidio

Fotografía tomada en febrero del 2012


A ROGER DÍAS DESPUÉS DE SU SUICIDIO

Las putas llamadas que sonaban a las jodidas 6 de la mañana ya no suenan, y nunca pensé que desearía tu egoísmo. Intentando siempre romper las cadenas que nos unían, la consciencia de que nunca deseé que desaparecieran provoca marcas en mis muñecas. Mientras dejas sonando el maldito vídeo de "Into the groove" de Madonna un viento proveniente de ti nos lleva a cogernos de la mano a Pere, lo que siempre quisiste, pero siempre me quedará la duda de si tus alas se desplumaron o al contrario consiguieron el cambio que les querías atribuir. Porque como dijo nuestra pelirroja predilecta, siempre me encontraba con tus escritos en mi muro. Mientras te detesto por haberme dejado un virus potencialmente mortal para nunca olvidarme de ti, vuelvo a sentir el amor que sentí cuando todo parecía encauzarse. Cuántas veces te dije que por muy sanos que sean los cereales, un celíaco va directo al hospital si los prueba, y tú no querías aceptar la analogía con tu caso. Malditos psiquiatras que deciden quién es válido para la uniforme sociedad en la que nos ha tocado vivir. ¿Pero por qué no rompiste todos los espejos que ponían delante de ti hasta encontrar aquel que no estaba manipulado? Todos cojeamos de una pata. No tenías más que sentir correr por tus venas las medicinas que te hubieran impedido tropezarte por culpa de esa cojera. Sólo nos queda unir los dispersos pedazos de cristal que uno de tus impulsos te llevó a resquebrajar, vernos en el espejo tal como tú deseabas, y anudar las roturas que el orgullo provocó en la cuerda que nos unía a todos nosotros. Porque como nunca pensé que sentiría, sigues estando entre nosotros intentando enmendarlo todo tras fallarte a ti mismo. La rabia y el amor se entremezclan en la bilis que recorre mi organismo, Roger de mis pulmones. Sigue fumando y expulsa el humo a mi boca mientras duermo, si consigo dormir, sin saber aún si he encontrado al ángel que sopla polvo de oro sobre mis párpados provocando el consecuente sueño, o al diablo que hace resonar en mis oidos tus gritos y carcajadas. Estúpida duda, porque lo único que importa, y nada más, es que te quiero, ángel mío.


NOMBRES SAGRADOS

Los nombres con los que somos bautizados son útiles, prácticos y funcionales, pero no dejan de ser una mentira en una cultura que considera la multiplicidad un trastorno. Nuestros verdaderos nombres, aquellos que representan diversas facetas y que nos hacen tomar un aspecto diferente cuando son utilizados para llamarnos, para invocarnos, los vamos descubriendo a lo largo de la vida, hasta dejar de ser humanos para ser dioses y diablos, las 2 caras de la misma moneda. No se trata de inventarse nombres. Se trata de descubrir por diferentes medios aquellos que despiertan aspectos ya existentes. Hay gente que muere sin descubrir ninguno. Hay quien muere llevando a sus espaldas decenas de ellos. Y algunos de ellos pueden resultar peligrosos según y cómo los percibamos, porque la pura objetividad es una quimera, una zorra mentirosa de la que más te vale no fiarte. Y así encontraste uno de los tuyos, y lo utilizaste. Numaios. Al no llamarte nadie, decidiste invocarte a ti mismo desconociendo que puede implicar el repliegue hacia ti mismo hasta el punto de que tu alrededor te llega sólo bajo la forma de escurridizas sombras cuyos ecos te marean. Numaios, nacido en otro planeta, raptado por un cíclope de reducida visión espacial, rescatado y condenado a viajar congelado por el espacio hasta encontrar el reino de Hades mientras escucha las voces de los que viajan con él. Contigo. Así que al invocarte a ti mismo precipitaste tu salto del tiempo al espacio para llegar a Hades. Háblanos con esa capacidad telepática del nombre invocado mientras nosotros seguimos viajando y tú orbitas fuera del tiempo. Los que ni estamos dispuestos ni podemos dejar de sentirte te escucharemos en ocasiones, a medida que vamos descubriendo nuestros nombres y somos capaces de mirar hacia dentro. Para ello te llamo. Para ello te invoco. Numaios. Roger.


Fotografía y textos de Josu Sein


josusein.com 

No hay comentarios:

Publicar un comentario