Antes de nada y para captar la atención de la gente interesada, esto va sobre putas, mafias y abolicionistas.
Corría el curso 2002/2003 cuando yo estaba estudiando fotografía en el IEFC de Barcelona y cursando la asignatura optativa "Escribir sobre fotografía", llamada así porque el crítico fotográfico Antonio Molinero no quería limitar el curso a las críticas sobre las exposiciones que veíamos, sino dar luz verde también a cualquier tipo de texto narrativo, poético o de ficción que la exposición nos inspirara. Una de las exposiciones que vimos fue Sexoservidoras del barrio de la Merced, México, de Maya Goded, mostrando únicamente la cara negativa de la prostitución con estremecedores retratos y declaraciones en DVD de prostitutas que nunca se han sentido queridas. La verdad es que desconozco la realidad de este barrio, así como todos conocemos lo que ocurre en Juárez, pero pretendía dar una visión universal negativa del trabajo sexual. Y resulta que yo todavía tardaría años en probar a ser chapero, pero mi mentalidad no cambió de un día para el otro y yo por entonces ya defendía el ejercicio de este trabajo y denunciaba su estigmatización, ocupando en muchos de mis textos el lugar de la puta, en femenino, ya que siempre me ha dado igual que me hablen en masculino o en femenino ni con intención de insultar porque siempre he tenido características de ambos. Escribí este texto no con la intención de mostrar una realidad intrínseca, sino las emociones y la visión de ellas mismas que les imprimen, obviamente, las mafias pero no únicamente ellas, sino las abolicionistas que sólo buscan salvarse ellas mismas a costa de destrozar la autoestima ya renqueante de mujeres cuya dignidad en cualquier caso siempre será mayor que la de esas egoístas. Aclarar que siempre uso la sangre y otros fluidos como analogía de la esencia y las emociones de la gente, así que no, ni de lejos el pasaje sobre una vagina sangrante es una denuncia a una violación que se supone por las salvadoras inseparable de esta actividad, sino que hablo de un estado emocional. Los defectos del texto son perdonables, han pasado 15 años ya.
SÁLVAME
Pasen por su propia voluntad y dejen una parte de la felicidad que traen consigo.
El de ayer fue muy cariñoso y halagador. Si a veces no flotara me hundiría del todo. Él necesitaba tanto cariño como yo. Pero yo sólo decía lo que él quería escuchar. Lo que sienten las vírgenes y las putas no importa. Y después se fue. Todos se van. Hoy en cambio he vuelto a ser un retrete. Es lo que dice la sangre que siento caer por la ingle. Qué limpia estaría si la sangre y los vómitos lavaran. Dicen que no consigues algo a cambio de nada, pero yo consigo la nada a cambio de todo. La preciosa máquina de odiar que fabriqué no funciona bien. Hace que me odie a mí misma. Me da miedo que el tiempo se haya estancado a pesar de los surcos que me va dejando en la piel. Quizás fui yo quien cerró la puerta en busca de la Salvación, pero no sé cómo volver a abrirla. Tengo la impotencia que tanto temen los que me buscan. Así que seguiré buscando caras entre luces de neón, hasta sentirme llena por algo más que un trozo de carne.
firmado: Sexoservidora
Insisto: El tema de la trata está fuera de lugar. Lo que quise es describir los sentimientos que las falsas salvadoras que se creen las abolicionistas intentan imprimir en las trabajadoras del sexo, que son las últimas en las que piensan ya que bastante tienen con su visión homogénea del mundo y su relación con los hombres. Un homenaje a esas mujeres indeseables tan deseadas y siempre tan en boca y utilizadas por las falsas profetas, que deberían de envidiar el universo emocional de estas mujeres en lugar de observarlas como la representación de la muerte del afecto. No me incluyo porque empiezo a envidiar que los chaperos sean erróneamente considerados tan rara avis que ni espacio social merecen, aunque sí que me gustaría que fuéramos incluidos en las reivindicaciones de las trabajadoras sexuales. Nos acerca mucho más de lo que nos pueda separar.
Josu Sein
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