Os amo tanto como a las flores que cultivé en vuestro honor. Se os parecen tanto... Vuestros pelos, vuestras venas, arrugas, orificios y espinas. A veces les hago un pequeño corte para ver cómo corre su blanca savia, ya que no pude ver cómo os corríais vosotros. Estas flores necesitan la luz y la humedad que tanto buscabais y que no quisisteis recibir de mí. Qué bellos y perfectos sois, tan simétricos y complementarios... Os he respirado tanto que el opiáceo humo que os envuelve ya forma parte de mí. No entiendo por qué no me dejáis ser una enredadera que suba por y a través de vosotros, y vivir entre el tallo y los pétalos. No dejaré que estas flores se sequen como lo hago yo, ni que mueran como los nomeolvides que dejé a vuestros pies. ¿Queréis ver mi sexo y mi vida? Miradlas a ellas. La placidez que ansío. Por lo menos así soy dueño de vuestras siluetas.
Texto inspirado en los autorretratos, desnudos y fotografías de flores de Robert Mapplethorpe, escrito en 2002 (Josu Sein)
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