El caso es que estoy conociendo últimamente a bastantes donostiarras que comparten mi opinión, tanto amigos cercanos como conocidos. El título de esta actualización es de hecho el nombre de un grupo que se ha creado en
Facebook. Hay ciudades donde la cultura también escasea, pero por lo menos tienen la decencia de no ir de lo que no son. Donosti es pura fachada. Mucho escaparate y poco contenido. Donosti sólo tiene 184.248 habitantes (area metropolitana hasta Hendaia 413.617). Todo es homogéneo; la gente, su manera de vestir y de asombrarse ante cualquier atisbo de diferencia, los bares, la música de los 40 principales que se escucha por todas partes... Por los alrededores de San Sebastián es muy habitual que te insulten a gritos y sin disimulo, constantemente. Lo digo por experiencia. Uno ya se cansa hasta de contestar. Es muy difícil encontrar gente con inquietudes, y cuando se encuentran, se quejan igual que yo. No hay vida en la calle y es muy difícil encontrar zonas
underground (en la pudorosa Donosti, tan conocida por sus playas, ni siquiera existe una mínima zona nudista). En la aburridísima Semana Grande se siguen practicando
festejos taurinos. No existe ninguna clase de apoyo a artistas desconocidos (lo de
nuevos es una expresión que no me gusta). Una vez finalizado el Festival de Cine Internacional, nos quedamos sin cine, a no ser que quieras ver dobladas las últimas películas norteamericanas de superhéroes en los únicos 4 cines que existen en Donosti capital (sólo en uno de ellos emiten películas en V.O.S., y ni siquiera siempre, pero al tener sólo 2 salas son pocas las películas que uno puede ver). Una vez finalizado también el Festival de Jazz tampoco hay variedad musical, festival que ya ha degenerado pasando a conocérselo como Festival Heineken, porque lo que importa en Donosti son las marcas y patrocinadores, no la cultura. Y es que 5 de los 7 patrocinadores de la candidatura para capital cultural europea son nada más y nada menos que constructoras (
http://www.sansebastian2016.eu/web/guest/colabora/patrocinadores), con el único fin de forrarse, estropear más la ciudad, y atraer a turistas para darles el sablazo, pero manteniendo la bajísima actividad cultural. Y es que será mediante ése sablazo que les meterán a los turistas como recuperarán el despilfarro que ya se está gastando la Oficina 2016 para apoyar la candidatura; hasta octubre del 2011, 1.100.000€, una media de 1.200€ diarios. Resulta inquietante además este deseo de atraer a los turistas, teniendo en cuenta lo racista que es esta
ciudad.
Que no se engañe nadie. Donosti no es una ciudad cultural. Es un lugar ideal para los miembros aburridos de la
tercera edad y para los viajes del Inserso, que si tienen inquietudes tampoco, para la gente monótona y estacionaria que se mueve por costumbres, para los pijos y para las parejitas con críos que pasean por todo el Paseo de la Concha y su maldita barandilla. Si pertenecéis a alguno de esos grupos, venid. Si no...
A continuación, un artículo escrito por un amigo, Mikel Alonso, en contra de la candidatura de Donosti y publicado en diversos y relevantes periódicos, excepto, claro está, en el Diario Vasco, que es uno de los patrocinadores:
2016 – ¿UNA ODISEA DEL DESPACHO…?
La Oficina 2016 que coordina el Proyecto Cultural de la Candidatura de Donostia como Capital Europea de la Cultura en 2016,
despachó el pasado día 17, en sesión pública en el Victoria Eugenia, el
Mapa de Ideas elaborado tras el proceso de aportaciones y reuniones con, al parecer, unas 500 personas en barrios, sectores, consejos asesores, órganos municipales, particulares y asociaciones diversas. Ya el alcalde, en septiembre pasado, llamó a la
movilización general para la construcción y el triunfo de la Candidatura con todas las frases que continua y machaconamente utiliza con sus equipos en los discursos de autovaloración de la marca Donostia®. Para intentar legitimar la propuesta, el calendario y la competencia con otras 13 ciudades del estado, la Oficina declara que gastará, hasta octubre 2011, 1.100.000 €, unos 1.200 € al día: tan sólo el coste de una instancia más de la Donostia® como máquina productora de sentido.
¿Es un viaje sólo desde el despacho? No; se trata de un entramado comunicativo, que intenta activar y engullir a su propio público, a la comunidad entera, a base de acciones económicas, políticas y culturales: si fuese tan sólo un producto de despacho tendría más dificultad en movilizar las emociones, en ocultar una ciudad cada vez más desigual, con cada vez más gente bajo el umbral de la pobreza, escenificando una ausencia de conflictos.
Tormenta perfecta destinada a apuntalar el zócalo, que se reclama
intelectual, de esta iniciativa. ¿Quién puede poner en relación cabal con su vida lo que la Oficina intenta reducir a rasgos de la marca Donostia®, tales como:
Cultura - Ciudad Educadora - Red transfronteriza de Ciudades - Euskara Diversidad Lingüística - Atlántico Ciudad Abierta Conectada por el Mar - Derechos Humanos Paz Convivencia - Medio Ambiente Energía - Infraestructuras - Ciudad Espacio Social - Juventud Intergeneracionalidad - Innovación…? Y paradójicamente, ¿Quién puede estar en desacuerdo con lo genérico que los gestores de la marca desgranen de estas fórmulas comercial-comunicativas? Esto es la
movilización total de la vida por lo obvio, otro evento esencialmente tramposo: casi nada es lo que parece, escamotea lo que realmente importa que es el sometimiento al poder de la marca, porque, en el fondo, no pasa nada: todo se enreda con todo, la simulación y la banalización lo igualan todo.
Resulta pintoresco que el mismísimo Sr. Zapatero apoye la candidatura de Córdoba, y que el Banco de Santander la de… Santander. El Sr. Elorza dice que
vamos a ganar, y también que
lo importante es participar porque sabe que lo significativo es publicitar el asunto y con el Sr. Innerarity,
mira al futuro. Voces más sugerentes, como la de Santi Eraso, quedan muy irreconocibles en el
Mapa de Ideas.
Antes de la
idea-fuerza 2016 y sus
ejes-tractores, previsibles, ya tenemos eslogan orweliano: su novela 1984, hace ya 61 años, cuenta que la orden del Partido es “Eres”, sustituyendo al tosco “haz o deja de hacer esto o lo otro” totalitario y despótico.
“Yo también soy San Sebastián 2016”, banderín de enganche de la Oficina, calienta el manido y aburrido patriotismo ciudadano. El pantano de lo
identitario se intenta drenar con fórmulas como la de
ADN transfronterizo y el tatuaje
Euskal Hiria (
Ciudad Vasca).
Una vez más,
participación ciudadana es otro de los eslóganes. Pero los argumentos discrepantes no son publicitados por la Oficina. Quien asiste a una reunión no sabe
realmente lo que se dice en otras, no existe un foro articulado de encuentro y elaboración común, todo el contenido e instancias están controlados desde la cumbre. Dispositivo para detectar a quienes critican la razón misma del evento, oculta y se previene ante sus argumentos: la referencia a
“voces discrepantes” duró 27 segundos en las más de tres horas de teatro en el Victoria Eugenia. La Oficina guarda el registro de las reuniones y, a modo de video-vigilancia
jatorra, veda su acceso. Su
participar es otra sala del laboratorio, otra ceremonia exaltante arreglada para legitimar otro despliegue de la ciudad-empresa: reconducir la actual y posible conflictividad social es siempre objetivo del proceso (la “paz”). Todo se limita a la expresión de opiniones y preferencias;
expertos y profesionales de la Oficina y de otras instancias vienen a decir continuamente: ¿Le gusta lo que hacemos por su ciudad y por usted?
Este es el menú, elija y punto.
Intentar, como sea, que vengan más turistas, que se queden más noches y que gasten más, justifica cualquier evento: para el 2013,
Refundación de la Ciudad, bicentenario de su destrucción. Despojada de cualquier rasgo de transformación radical de las bases de nuestra sociedad, eso es
refundar, ofrecerá más tematización y museificación de la oferta, con batallitas de figurantes disfrazados con trajes de época en las playas de la Donostia®: entretenimiento y poco más.
El verdadero pensamiento surge cuando nos enfrentamos a nuestros verdaderos problemas desde
culturas otras: la de la defensa de los Bienes Comunes, recursos colectivos dañados por la privatización, incluso del conocimiento, y la contaminación; efectiva tutela medioambiental, territorial y patrimonial; derecho a la ciudadanía y renta básica universales; resistencia ante la precarización y privatización de la vida; el uso de la palabra (hitza) sin límites y con garantías, desde las resistencias, en el que el euskara deje de ser sólo una fachada; protección de la población ante la oferta machacona de mundos imaginarios; desmontaje de la gerencialización de la gestión pública: ni instituciones-empresa, ni ciudadanía-cliente; acceso real al uso de la vivienda: operativa pública sobre los pisos vacíos, parque de viviendas de alquiler social. Supresión de la contaminación visual y sonora del espacio público: efectiva protección de la salud mental pública. Declaración de Gipuzkoa como territorio libre de festejos taurinos. Paralización del proceso para el derribo del Bellas Artes: rescate público y adaptación como centro cultural gestionado por el tejido asociativo. Otra cultura de la gestión de los residuos: Ley Vasca de Residuos, acorde a la Iniciativa Legislativa Popular en marcha, sin incineración de recursos: protección real de la salud pública.
Gentes de Europa están por estas
otras culturas, capitales en el intento permanente de desactivar el cerebro y terminales del miedo, del HAL-9000, monstruo de mil rostros que nos atenaza.