Un profundo 6 tres veces repetido para acceder a las prohibidas experienciass sexuales en las que un eterno gusano-Manson que esta vez en un espacio-tiempo digital, puro y casi blanco y negro como contrapunto, se traga todo lo que una mujer posee a través de fálicas vaginas, salvo unos pezones de los que carece. Este es el nuevo single de lo último de Marilyn Manson, "The Pale Emperor", dirigido por el fotógrafo y diseñador de animación Bart Hess. Disfrutad de este sonido acompañado de unas imágenes menos subversivas que habitualmente pero no por ello menos sexuales y simbólicas. El Reverendo vuelve con fuerza.
sábado, 20 de diciembre de 2014
viernes, 12 de diciembre de 2014
Podrán quitarnos la libertad, pero nunca el porno en internet
Ilustración de Namio Harukawa
No a la eyaculación femenina. No a unos cachetes en el culo. No a palabras sucias, aunque te pongan. No a ese puño. No a sentarte aquí.
A los miembros de la Junta Británica de Censores de Cine todo esto no les gusta. Quieren prohibir, apoyados en una ley de hace más de diez años, la realización de estas prácticas en los contenidos pornográficos. Consideran que la vida de quien realiza alguna de ellas podría estar en peligro.
El asunto ha generado un gran revuelo en el país y ahora, un grupo de
activistas por la libertad van a decirles a estos censores algo así como
“si me censuras el porno, me siento en tu cara”: unas 500 personas protestarán mañana delante del Parlamento británico, simulando –estarán vestidos– un face-sitting. De paso, batirán un récord, el del mayor número de gente haciendo esto a la vez.
La promotora del acto es Charlotte Rose,
que en 2013 fue elegida como trabajadora sexual del año. El hashtag con
el que podrás seguir la protesta (las fotos merecerán la pena, sin
duda) es #PornProtest. Y, por supuesto, existe evento en Facebook.
Una de las principales quejas de los organizadores es que no se trata
solo de una mera prohibición de imágenes, al más puro estilo censor.
Estamos también ante la definición gubernamental de lo que es aceptable en sexo o aquello que no lo es.
Especialmente llamativo de la ley es su contenido discriminatorio hacia la mujer. Como la propia Rose ha declarado a The Telegraph: "Un hombre puede meterle el pene en la boca a una mujer y ahogarla, pero una mujer no puede eyacular. ¿Esto no es sexista? ".
La prohibición está diseñada para los contenidos online producidos en
Gran Bretaña, ajustándose así a las restricciones que ya tenía el porno
vendido en DVD, lo cual plantea otra paradoja: ¿qué sentido tiene esta
medida aplicada a internet y su no-frontera? El absurdo riza el rizo
cuando, en el fondo, hablamos de prohibir mirar una cosa que no está prohibida hacer.
Sobra decir que la industria del porno está que trina y que también lo
están muchos consumidores, quienes no entienden que un puñado de
personas trajeadas se reúnan alrededor de una mesa para decidir que la eyaculación femenina tiene algún tipo de riesgo.
Como adalid de la democracia parlamentaria, Gran Bretaña ha dejado
claro que, pese a todo, persisten ciertos "problemas" en algunos
sectores para afrontar el sexo con naturalidad y en igualdad de condiciones. Como si este no formase parte de la vida misma.
Quizá a estos censores les falte algo de humor, que también estará
presente en la protesta de mañana: el mayor face-sitting del mundo se
hará al ritmo del "Sit on my face" de los siempre socorridos Monty Python.
Artículo de Ignacio Pato. Fuente: www.playgroundmag.net
Yo lo único que tengo que añadir por mi parte, es que estos censores gilipollas lo que necesitan para encontrar esa supuesta equidad que buscan escudándose en un feminismo más falso que la mayoría de los políticos, es que les den bien por el culo. Hasta el fondo.
lunes, 8 de diciembre de 2014
Neil Gaiman: "Pasteles de bebé"
Hace unos años todos los animales se fueron.
Nos
despertamos una mañana y ya no estaban allí. Ni siquiera nos dejaron
una nota o nos dijeron adiós. Nunca acabamos de entender adónde se
habían ido.
Los echábamos de menos.
Algunos pensamos que el mundo se había acabado, pero no era así. Sencillamente, no había más animales. Ni gatos ni conejos, ni perros ni ballenas, ni peces en los mares, ni aves en los cielos.
Estábamos completamente solos.
No sabíamos qué hacer.
Vagamos perdidos un tiempo y entonces alguien señaló que, sólo porque ya no había animales, no teníamos por qué cambiar nuestras vidas. No teníamos por qué cambiar nuestras dietas o dejar de poner a prueba productos que podrían hacernos daño.
Después de todo, aún quedaban los bebés.
Los bebés no saben hablar. Apenas se pueden mover. Un bebé no es una criatura racional y pensante.
Hicimos bebés.
Y los usamos.
Algunos nos los comimos. La carne de bebé es tierna y suculenta.
Los despellejamos y nos decoramos con su piel. El cuero de bebé es suave y cómodo.
Con otros hicimos pruebas.
Les sujetamos los ojos abiertos con cinta adhesiva y vertimos detergentes y champús dentro, de gota en gota.
Los cubrimos de cicatrices y los escaldamos. Los quemamos. Los sujetamos con abrazaderas y colocamos electrodos en sus cerebros. Hicimos injertos y los congelamos e irradiamos.
Los bebés respiraban nuestro humo y en sus venas corrían nuestras medicinas y drogas, hasta que dejaban de respirar o hasta que la sangre les dejaba de correr.
Fue duro, desde luego, pero era necesario.
Nadie podía negarlo.
Si habían desaparecido los animales, ¿qué otra cosa podíamos hacer?
Algunas personas se quejaron, por supuesto. Pero la verdad es que siempre lo hacen.
Así que todo volvió a la normalidad.
Pero...
Ayer, todos los bebés habían desaparecido.
No sabemos adónde se fueron. Ni siquiera los vimos marcharse.
No sabemos qué vamos a hacer sin ellos.
Pero ya se nos ocurrirá algo. Los seres humanos son listos. Es lo que nos hace superiores a los animales y a los bebés.
Ya encontraremos una solución.
Los echábamos de menos.
Algunos pensamos que el mundo se había acabado, pero no era así. Sencillamente, no había más animales. Ni gatos ni conejos, ni perros ni ballenas, ni peces en los mares, ni aves en los cielos.
Estábamos completamente solos.
No sabíamos qué hacer.
Vagamos perdidos un tiempo y entonces alguien señaló que, sólo porque ya no había animales, no teníamos por qué cambiar nuestras vidas. No teníamos por qué cambiar nuestras dietas o dejar de poner a prueba productos que podrían hacernos daño.
Después de todo, aún quedaban los bebés.
Los bebés no saben hablar. Apenas se pueden mover. Un bebé no es una criatura racional y pensante.
Hicimos bebés.
Y los usamos.
Algunos nos los comimos. La carne de bebé es tierna y suculenta.
Los despellejamos y nos decoramos con su piel. El cuero de bebé es suave y cómodo.
Con otros hicimos pruebas.
Les sujetamos los ojos abiertos con cinta adhesiva y vertimos detergentes y champús dentro, de gota en gota.
Los cubrimos de cicatrices y los escaldamos. Los quemamos. Los sujetamos con abrazaderas y colocamos electrodos en sus cerebros. Hicimos injertos y los congelamos e irradiamos.
Los bebés respiraban nuestro humo y en sus venas corrían nuestras medicinas y drogas, hasta que dejaban de respirar o hasta que la sangre les dejaba de correr.
Fue duro, desde luego, pero era necesario.
Nadie podía negarlo.
Si habían desaparecido los animales, ¿qué otra cosa podíamos hacer?
Algunas personas se quejaron, por supuesto. Pero la verdad es que siempre lo hacen.
Así que todo volvió a la normalidad.
Pero...
Ayer, todos los bebés habían desaparecido.
No sabemos adónde se fueron. Ni siquiera los vimos marcharse.
No sabemos qué vamos a hacer sin ellos.
Pero ya se nos ocurrirá algo. Los seres humanos son listos. Es lo que nos hace superiores a los animales y a los bebés.
Ya encontraremos una solución.
sábado, 6 de diciembre de 2014
Arthur C.Clarke: "El alimento de los dioses"
Fotografía de Josu Sein. Un filete arrancado del lomo de un pobre cerdo
maltratado y masacrado junto a un filete de seitán compuesto únicamente
de harina de trigo y agua, tan protéico como el primero. ¿Tanto se nota la diferencia?
EL ALIMENTO DE LOS DIOSES (Arthur C. Clarke)
Es una mera cuestión de honradez, señor presidente, el advertirle que
gran parte de mi testimonio va a ser sumamente desagradable; implica
aspectos de la naturaleza humana que muy rara vez han sido discutidos en
público, y menos ante una comisión del Congreso. Pero me temo que no
tienen más remedio que afrontarlo; hay momentos en que debemos rasgar el
velo de la hipocresía, y éste es uno de ellos.
Ustedes y yo, señores, descendemos de una larga estirpe de carnívoros. Veo por sus expresiones que muchos de ustedes desconocen el término. Bueno, no es de extrañar; pertenece a una lengua que cayó en desuso hace unos dos mil años. Tal vez sea mejor que nos dejemos de eufemismos y seamos brutalmente sinceros, aun cuando tenga que emplear expresiones que no se han oído jamás entre gente educada. Pido perdón de antemano a todo aquel a quien pueda ofender.
Hasta hace unos siglos, el alimento predilecto de casi todos los hombres había sido la carne: la carne de animales que se sacrificaban. No pretendo revolverles el estómago; es sencillamente la constatación de un hecho que pueden comprobar en cualquier manual de historia... Pues claro que sí, señor presidente. Estoy totalmente dispuesto a esperar a que el senador Irving se sienta mejor. Nosotros los profesionales olvidamos a veces las reacciones que pueden experimentar los profanos ante declaraciones de esta naturaleza. Al mismo tiempo debo advertir a la junta que lo que viene a continuación es mucho peor. Si alguno de los presentes es algo delicado, le sugiero que siga el ejemplo del senador, antes de que sea demasiado tarde...
Bueno, pues continúo. Hasta los tiempos modernos, todo el alimento estaba clasificado en dos categorías. La mayor parte se derivaba de las plantas: cereales, frutas, plancton, algas y otras formas de vegetación. Nos es difícil comprender que la inmensa mayoría de nuestros antepasados fueran granjeros y sacaran el alimento de la tierra o del mar mediante técnicas primitivas, a menudo muy penosas, pero ésa es la pura verdad. El segundo tipo de alimento, si se me permite volver sobre tan desagradable tema, era la carne, obtenida de un número relativamente pequeño de animales. Puede que sus nombres les resulten familiares: vacas, cerdos, ovejas, ballenas. La mayoría de la gente - lamento insistir en esto, pero el hecho está fuera de toda discusión - prefería la carne a cualquier otra clase de alimento, pese a que sólo los más ricos podían satisfacer este apetito. Para la mayor parte de la humanidad, la carne era un bocado exquisito, casi desconocido, en una dieta compuesta en más de un noventa por ciento de verduras. Si consideramos el hecho serenamente y de una manera desapasionada - como espero que el senador Irving está en disposición de hacer en este momento -, podemos ver que la carne se convirtió en algo raro y caro, pues su producción requiere un proceso extremadamente ineficaz. Para producir un kilo de carne, el animal en cuestión tenía que comer por lo menos diez kilos de alimento vegetal... alimento que muy frecuentemente podía haber consumido el hombre directamente. Al margen completamente de cualquier consideración estética, este estado de cosas no podía tolerarse después de la explotación demográfica del siglo XX. Todo hombre que comía carne condenaba a diez o más de sus semejantes a la inanición...
Felizmente para todos nosotros, la bioquímica ha resuelto el problema: como deben saber ustedes, la respuesta la dio uno de los innumerables productos accesorios de la investigación espacial. Todo alimento - animal o vegetal - es extraído a partir de un número muy reducido de elementos corrientes. Carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, trazas de azufre y de fósforo... Esta media docena de elementos, junto con algunos más, se combinan en una casi infinita variedad de maneras, componiendo todos los alimentos que el hombre ha utilizado y utilizará jamás. Al enfrentarse con el problema de la colonización de la Luna y los planetas, los bioquímicos del siglo XXI descubrieron el medio de obtener sintéticamente cualquier elemento deseado a partir de las materias primas fundamentales de agua, aire y roca. Fue quizás el logro más importante de la historia de la ciencia. Pero no debemos enorgullecernos demasiado de ello. El reino vegetal nos había superado ya en mil millones de años.
Los químicos podían ahora producir sintéticamente cualquier tipo de alimento imaginable, tuviera o no su correspondiente paralelo en la naturaleza. No hace falta decir que hubo errores... y hasta desastres. Se erigieron imperios industriales que luego se vinieron abajo; el cambio de la explotación agrícola y animal por gigantescas instalaciones de elaboración automática y los omniversores de hoy fue a menudo doloroso. Pero tenía que darse ese paso, y ahora estamos mejor por esa razón. Se ha eliminado para siempre el problema del hambre, y disfrutamos de una alimentación rica y variada como no se ha conocida en ninguna otra época. Además, naturalmente, se ha logrado una ventaja moral. Ya no sacrificamos millones de seres vivos, y aquellas repugnantes instituciones que eran los mataderos y las carnicerías han desaparecido de la faz de la Tierra. Nos parece increíble que nuestros antepasados, por toscos y brutales que fuesen, pudieran tolerar semejantes obscenidades. Y no obstante... es imposible romper totalmente con el pasado. Como he dicho ya, somos carnívoros; heredamos gustos y apetencias adquiridos a lo largo de un millón de años. Nos agrade o no, hace sólo unos años, algunos de nuestros bisabuelos disfrutaban comiendo carne de cordero y de carnero y de cerdo... cuando podían. Y nosotros aún disfrutamos hoy de ese placer... ¡Dios mío! Será mejor que el senador Irving espere fuera a partir de ahora. Creo que no he debido expresarme con tanta brusquedad.
Lo que quería decir, naturalmente, es que muchos de los alimentos sintéticos que actualmente consumimos tienen la misma fórmula que los antiguos productos naturales; algunos de ellos, efectivamente, son réplicas tan exactas que ninguna prueba química o de otro tipo podría encontrar la diferencia. Esta situación es lógica e inevitable; los fabricantes nos hemos limitado a tomar como modelos los alimentos presintéticos más populares, y reproducir su gusto y textura. Naturalmente, hemos creado también nombres nuevos que no sugieren origen anatómico o zoológico alguno, evitando así desagradables asociaciones. Cuando vamos a un restaurante, la mayoría de los nombres que encontramos en la carta han sido inventados a partir de principios del siglo XXI, o son adaptaciones de los nombres originales franceses, por lo que muy pocas personas podrían reconocerlos. Si alguna vez quieren ustedes averiguar cuáles son sus respectivos umbrales de tolerancia, pueden hacer un interesante, pero sumamente desagradable, experimento. La sección clasificada de la Biblioteca del Congreso posee un amplio repertorio de menús de restaurantes famosos - sí, y de los banquetes de la Casa Blanca -, registrados desde hace quinientos años hasta la fecha. Son de una franqueza cruda, disecadora, que los hace casi ilegibles. Creo que no hay nada que revele más vívidamente el abismo que se abre entre nosotros y nuestros antepasados de hace sólo unas cuantas generaciones... Sí, señor presidente... estoy llegando a la cuestión; todo esto está íntimamente relacionado con el motivo de mi alegato, por desagradable que parezca. No es mi intención estropearles el apetito; me limito a exponer el fundamento para el cargo que quiero presentar contra mis competidores, la Corporación Triplanetaria de Alimentación. De no entender este fundamento, podrían pensar que no es más que una queja trivial motivada por las graves pérdidas que ha soportado mi compañía desde que apareció en el mercado la Ambrosía Plus.
Todas las semanas, señores, se inventan nuevos alimentos. Aparecen y desaparecen como las modas femeninas, y sólo uno de cada mil viene a sumarse permanentemente al menú. Es extremadamente difícil acertar en el gusto del público de buenas a primeras, y reconozco sinceramente que la serie de platos Ambrosía Plus han obtenido el más grande éxito en toda la historia de la industria alimenticia. Todos ustedes conocen la situación: los demás platos han desaparecido del mercado. Como es natural, nos hemos visto obligados a aceptar el desafío. Los bioquímicos de mi organización son tan buenos como los de cualquier otra compañía del sistema solar; así que se pusieron a trabajar inmediatamente en la Ambrosía Plus. No les revelo ningún secreto industrial si les digo que tenemos análisis de casi todos los alimentos, naturales o sintéticos, que ha utilizado la humanidad, incluso de platos exóticos de los que ustedes no han oído hablar jamás, como calamares fritos, langostas con miel, lenguas de pavo real, polipodios venusianos... Nuestra vasta biblioteca de sabores y texturas es nuestra base fundamental, así como la de todas las sociedades del ramo. De ella podemos seleccionar y mezclar elementos para cualquier combinación imaginable; y normalmente podemos obtener un duplicado, sin grandes dificultades, de cualquier producto que saquen nuestros competidores. Pero la Ambrosía Plus nos ha tenido desorientados durante bastante tiempo. Su precipitado de proteína-grasa la clasificaba decididamente como una carne sin demasiadas complicaciones... y, sin embargo, no lográbamos reproducirla exactamente. Esa ha sido la primera vez que han fracasado mis químicos; ninguno de ellos podía explicar qué era lo que confería a la sustancia su extraordinario atractivo, el cual, como todos sabemos, hace que, en comparación, nos parezca insípido cualquier otro alimento. Y con razón... pero vayamos por partes.
En pocas palabras, señor presidente: el director de la Corporación Triplanetaria comparecerá ante usted... más bien de mala gana, estoy seguro. Le dirá que la Ambrosía Plus se compone de aire, agua, calcio, azufre y demás. Eso es completamente cierto, pero es lo menos importante de toda esta historia. Pues nosotros acabamos de descubrir su secreto... que, como la mayoría, es bien simple una vez conocido. Desde luego, debo felicitar a mi competidor. Por fin ha hecho aprovechables cantidades ilimitadas de lo que es, por la naturaleza de las cosas, el alimento ideal de la humanidad. Hasta ahora lo ha habido en proporciones extremadamente reducidas, y, por tanto, lo venían paladeando los pocos entendidos que podían obtenerlo. Todos ellos, sin excepción, han jurado que no existe nada que se le pueda comparar ni remotamente.
Sí; los químicos de la Triplanetaria han hecho un trabajo magnífico. Ahora, a ustedes les toca resolver las repercusiones morales y filosóficas. Al empezar mi alegato he utilizado el viejo término de carnívoros. Ahora debo darles a conocer otro que, dado que lo empleo por vez primera, convendrá que lo deletree: C-A-N-I-B-A-L-E-S...
Ustedes y yo, señores, descendemos de una larga estirpe de carnívoros. Veo por sus expresiones que muchos de ustedes desconocen el término. Bueno, no es de extrañar; pertenece a una lengua que cayó en desuso hace unos dos mil años. Tal vez sea mejor que nos dejemos de eufemismos y seamos brutalmente sinceros, aun cuando tenga que emplear expresiones que no se han oído jamás entre gente educada. Pido perdón de antemano a todo aquel a quien pueda ofender.
Hasta hace unos siglos, el alimento predilecto de casi todos los hombres había sido la carne: la carne de animales que se sacrificaban. No pretendo revolverles el estómago; es sencillamente la constatación de un hecho que pueden comprobar en cualquier manual de historia... Pues claro que sí, señor presidente. Estoy totalmente dispuesto a esperar a que el senador Irving se sienta mejor. Nosotros los profesionales olvidamos a veces las reacciones que pueden experimentar los profanos ante declaraciones de esta naturaleza. Al mismo tiempo debo advertir a la junta que lo que viene a continuación es mucho peor. Si alguno de los presentes es algo delicado, le sugiero que siga el ejemplo del senador, antes de que sea demasiado tarde...
Bueno, pues continúo. Hasta los tiempos modernos, todo el alimento estaba clasificado en dos categorías. La mayor parte se derivaba de las plantas: cereales, frutas, plancton, algas y otras formas de vegetación. Nos es difícil comprender que la inmensa mayoría de nuestros antepasados fueran granjeros y sacaran el alimento de la tierra o del mar mediante técnicas primitivas, a menudo muy penosas, pero ésa es la pura verdad. El segundo tipo de alimento, si se me permite volver sobre tan desagradable tema, era la carne, obtenida de un número relativamente pequeño de animales. Puede que sus nombres les resulten familiares: vacas, cerdos, ovejas, ballenas. La mayoría de la gente - lamento insistir en esto, pero el hecho está fuera de toda discusión - prefería la carne a cualquier otra clase de alimento, pese a que sólo los más ricos podían satisfacer este apetito. Para la mayor parte de la humanidad, la carne era un bocado exquisito, casi desconocido, en una dieta compuesta en más de un noventa por ciento de verduras. Si consideramos el hecho serenamente y de una manera desapasionada - como espero que el senador Irving está en disposición de hacer en este momento -, podemos ver que la carne se convirtió en algo raro y caro, pues su producción requiere un proceso extremadamente ineficaz. Para producir un kilo de carne, el animal en cuestión tenía que comer por lo menos diez kilos de alimento vegetal... alimento que muy frecuentemente podía haber consumido el hombre directamente. Al margen completamente de cualquier consideración estética, este estado de cosas no podía tolerarse después de la explotación demográfica del siglo XX. Todo hombre que comía carne condenaba a diez o más de sus semejantes a la inanición...
Felizmente para todos nosotros, la bioquímica ha resuelto el problema: como deben saber ustedes, la respuesta la dio uno de los innumerables productos accesorios de la investigación espacial. Todo alimento - animal o vegetal - es extraído a partir de un número muy reducido de elementos corrientes. Carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, trazas de azufre y de fósforo... Esta media docena de elementos, junto con algunos más, se combinan en una casi infinita variedad de maneras, componiendo todos los alimentos que el hombre ha utilizado y utilizará jamás. Al enfrentarse con el problema de la colonización de la Luna y los planetas, los bioquímicos del siglo XXI descubrieron el medio de obtener sintéticamente cualquier elemento deseado a partir de las materias primas fundamentales de agua, aire y roca. Fue quizás el logro más importante de la historia de la ciencia. Pero no debemos enorgullecernos demasiado de ello. El reino vegetal nos había superado ya en mil millones de años.
Los químicos podían ahora producir sintéticamente cualquier tipo de alimento imaginable, tuviera o no su correspondiente paralelo en la naturaleza. No hace falta decir que hubo errores... y hasta desastres. Se erigieron imperios industriales que luego se vinieron abajo; el cambio de la explotación agrícola y animal por gigantescas instalaciones de elaboración automática y los omniversores de hoy fue a menudo doloroso. Pero tenía que darse ese paso, y ahora estamos mejor por esa razón. Se ha eliminado para siempre el problema del hambre, y disfrutamos de una alimentación rica y variada como no se ha conocida en ninguna otra época. Además, naturalmente, se ha logrado una ventaja moral. Ya no sacrificamos millones de seres vivos, y aquellas repugnantes instituciones que eran los mataderos y las carnicerías han desaparecido de la faz de la Tierra. Nos parece increíble que nuestros antepasados, por toscos y brutales que fuesen, pudieran tolerar semejantes obscenidades. Y no obstante... es imposible romper totalmente con el pasado. Como he dicho ya, somos carnívoros; heredamos gustos y apetencias adquiridos a lo largo de un millón de años. Nos agrade o no, hace sólo unos años, algunos de nuestros bisabuelos disfrutaban comiendo carne de cordero y de carnero y de cerdo... cuando podían. Y nosotros aún disfrutamos hoy de ese placer... ¡Dios mío! Será mejor que el senador Irving espere fuera a partir de ahora. Creo que no he debido expresarme con tanta brusquedad.
Lo que quería decir, naturalmente, es que muchos de los alimentos sintéticos que actualmente consumimos tienen la misma fórmula que los antiguos productos naturales; algunos de ellos, efectivamente, son réplicas tan exactas que ninguna prueba química o de otro tipo podría encontrar la diferencia. Esta situación es lógica e inevitable; los fabricantes nos hemos limitado a tomar como modelos los alimentos presintéticos más populares, y reproducir su gusto y textura. Naturalmente, hemos creado también nombres nuevos que no sugieren origen anatómico o zoológico alguno, evitando así desagradables asociaciones. Cuando vamos a un restaurante, la mayoría de los nombres que encontramos en la carta han sido inventados a partir de principios del siglo XXI, o son adaptaciones de los nombres originales franceses, por lo que muy pocas personas podrían reconocerlos. Si alguna vez quieren ustedes averiguar cuáles son sus respectivos umbrales de tolerancia, pueden hacer un interesante, pero sumamente desagradable, experimento. La sección clasificada de la Biblioteca del Congreso posee un amplio repertorio de menús de restaurantes famosos - sí, y de los banquetes de la Casa Blanca -, registrados desde hace quinientos años hasta la fecha. Son de una franqueza cruda, disecadora, que los hace casi ilegibles. Creo que no hay nada que revele más vívidamente el abismo que se abre entre nosotros y nuestros antepasados de hace sólo unas cuantas generaciones... Sí, señor presidente... estoy llegando a la cuestión; todo esto está íntimamente relacionado con el motivo de mi alegato, por desagradable que parezca. No es mi intención estropearles el apetito; me limito a exponer el fundamento para el cargo que quiero presentar contra mis competidores, la Corporación Triplanetaria de Alimentación. De no entender este fundamento, podrían pensar que no es más que una queja trivial motivada por las graves pérdidas que ha soportado mi compañía desde que apareció en el mercado la Ambrosía Plus.
Todas las semanas, señores, se inventan nuevos alimentos. Aparecen y desaparecen como las modas femeninas, y sólo uno de cada mil viene a sumarse permanentemente al menú. Es extremadamente difícil acertar en el gusto del público de buenas a primeras, y reconozco sinceramente que la serie de platos Ambrosía Plus han obtenido el más grande éxito en toda la historia de la industria alimenticia. Todos ustedes conocen la situación: los demás platos han desaparecido del mercado. Como es natural, nos hemos visto obligados a aceptar el desafío. Los bioquímicos de mi organización son tan buenos como los de cualquier otra compañía del sistema solar; así que se pusieron a trabajar inmediatamente en la Ambrosía Plus. No les revelo ningún secreto industrial si les digo que tenemos análisis de casi todos los alimentos, naturales o sintéticos, que ha utilizado la humanidad, incluso de platos exóticos de los que ustedes no han oído hablar jamás, como calamares fritos, langostas con miel, lenguas de pavo real, polipodios venusianos... Nuestra vasta biblioteca de sabores y texturas es nuestra base fundamental, así como la de todas las sociedades del ramo. De ella podemos seleccionar y mezclar elementos para cualquier combinación imaginable; y normalmente podemos obtener un duplicado, sin grandes dificultades, de cualquier producto que saquen nuestros competidores. Pero la Ambrosía Plus nos ha tenido desorientados durante bastante tiempo. Su precipitado de proteína-grasa la clasificaba decididamente como una carne sin demasiadas complicaciones... y, sin embargo, no lográbamos reproducirla exactamente. Esa ha sido la primera vez que han fracasado mis químicos; ninguno de ellos podía explicar qué era lo que confería a la sustancia su extraordinario atractivo, el cual, como todos sabemos, hace que, en comparación, nos parezca insípido cualquier otro alimento. Y con razón... pero vayamos por partes.
En pocas palabras, señor presidente: el director de la Corporación Triplanetaria comparecerá ante usted... más bien de mala gana, estoy seguro. Le dirá que la Ambrosía Plus se compone de aire, agua, calcio, azufre y demás. Eso es completamente cierto, pero es lo menos importante de toda esta historia. Pues nosotros acabamos de descubrir su secreto... que, como la mayoría, es bien simple una vez conocido. Desde luego, debo felicitar a mi competidor. Por fin ha hecho aprovechables cantidades ilimitadas de lo que es, por la naturaleza de las cosas, el alimento ideal de la humanidad. Hasta ahora lo ha habido en proporciones extremadamente reducidas, y, por tanto, lo venían paladeando los pocos entendidos que podían obtenerlo. Todos ellos, sin excepción, han jurado que no existe nada que se le pueda comparar ni remotamente.
Sí; los químicos de la Triplanetaria han hecho un trabajo magnífico. Ahora, a ustedes les toca resolver las repercusiones morales y filosóficas. Al empezar mi alegato he utilizado el viejo término de carnívoros. Ahora debo darles a conocer otro que, dado que lo empleo por vez primera, convendrá que lo deletree: C-A-N-I-B-A-L-E-S...
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Por el amor del Diablo, que la carne in vitro se comercialice de una vez... Por el bien de los humanos, del planeta y el medio-ambiente, de los perros y gatos que viven con nosotros, y sobre todo por el de los animales "de granja"...
martes, 2 de diciembre de 2014
Niño "discapacitado" cantando por Rosario Flores
Adrián Martínez, niño con problemas neurológicos, expresión más correcta que "discapacitado" porque es más capaz que muchos para algunas cosas y menos para otras, como absolutamente todo el mundo, cantando por Rosario Flores. Qué bonito...
Recuerdo cuando mi padre de pequeño me llamaba anormal o subnormal. Ahora prefiero que me llamen cualquiera de las 2 cosas antes que "normal".
miércoles, 26 de noviembre de 2014
miércoles, 19 de noviembre de 2014
David Bowie: "Nothing has changed"
Portada de la edición en 3 CD-s
Nada ha cambiado, dice David Bowie a sus 67 años a la hora de repasar una carrera musical que acaba de cumplir 50 redondos años, un buen momento para sacar un recopilatorio, y no cada vez que las musas se van y las discográficas exigen dinero. El recopilatorio se ha publicado en 3 ediciones diferentes, la de 2 vinilos, la de 2 CD-s y la de 3CD-s, siendo ésta la que incluye temas del principio de su carrera cuando usaba su nombre de pila, Davy Jones, y 3 temas del disco "Toy", pensado para publicarse en el 2001 y que nunca vio la luz. Cada edición tiene una portada diferente, aunque todas las fotos vienen incluidas en el interior de las 3 ediciones, con un punto en común. En todas ellas Bowie, en diferentes momentos de su vida, se mira a un espejo, como vemos en las fotos de arriba. Él mismo es el concepto del disco, observando su carrera hasta llegar al último single incluido en el recopilatorio, el inédito tema "Sue (Or In A Season Of Crime)", el tema más puramente jazz de toda su carrera, una auténtica joya llena de misterio grabada con la orquesta de Maria Schneider. Su videoclip, auténtico cine negro moderno que David Lynch debe de pasarse el día mirando, ha sido dirigido por Tom Hingston y Jimmi King y rodado en b/n en Nueva York y Londres. A través de una atmósfera neblinosa vemos intercaladas imágenes de Bowie interpretando el tema, partes de la letra de la canción, reflejos, sombras y misteriosos rincones.
Pero no es el único nuevo tema que ha lanzado Bowie. Mediante descarga digital se puede adquirir el extrañamente rockero y melancólico "'Tis A Pity She Was A Whore", titulada así en honor a la obra de teatro de John Ford de 1629. Trata de la crudeza de la Primera Guerra Mundial. Según Bowie, si los vorticistas hubieran escrito música rock, habría sonado así.
Pero no es el único nuevo tema que ha lanzado Bowie. Mediante descarga digital se puede adquirir el extrañamente rockero y melancólico "'Tis A Pity She Was A Whore", titulada así en honor a la obra de teatro de John Ford de 1629. Trata de la crudeza de la Primera Guerra Mundial. Según Bowie, si los vorticistas hubieran escrito música rock, habría sonado así.
Un artista lo es hasta la muerte aunque sea en su casa. Esperemos que no sea el caso de Bowie, quien no creo que tenga ningún problema para publicar discos después del impresionante éxito de su disco del año pasado tras 10 años de silencio. De momento Dios nos ha recordado a sus hijos predilectos. ¿Quién puede presumir de ser una leyenda musical antes de haber muerto?
www.davidbowie.com
lunes, 17 de noviembre de 2014
La misteriosa vida de los gatos retratada en bellas fotografías en blanco y negro
Eléctricos seres con fascinante memoria y con personalidades más diferentes entre sí que las de nosotros mismos. Bendita curiosidad que les permite, a pesar de vivir en pequeños pisos pero con miedo a su exterior, asombrarse con cada nueva sombra, cada nuevo objeto, cada nuevo rincón o que ha sido olvidado durante un tiempo. Ese limitado espacio en el que los condenamos a vivir da pena, ¿pero quién quisiera en nuestra sociedad ser un gato callejero a la intemperie que desconfía y huye, con razón, de todo lo que percibe como peligro, donde estamos nosotros mismos? Eternos niños de quienes deberíamos de aprender a volver a jugar, pero no por ello exentos de sufrir por los humanos con los que viven, notándose en su comportamiento cuándo están preocupados, ya estén los humanos dentro o fuera de casa. Cualquiera que haya compartido su vida con gatos lo sabe. Sagrados para los antiguos egipcios, eran para William Burroughs algo así como seres que venían a nuestro mundo para protegernos de nuestras propias torpezas y por lo que les debemos eterna protección. Pura sensualidad, eran, cómo no, enemigos de la Inquisición y amigos de las brujas, entre las que me encuentro. Seres que me han acompañado y amado, porque son acompañantes y amantes pero nunca esclavos, durante toda mi vida, con los que he reído, llorado, jugado y dormido, y que intuyo que siempre estarán presentes en mi vida. Susan, Jacko y Bunny murieron por cáncer de mama y pulmón, desaparición e inanición al mudarnos y escaparse para buscarnos, y SIDA felino, respectivamente. No soy creyente, pero si existís, para vosotros va mi amor. Espero que Salem y Ella, que ya me esperan en la cama, tarden en desaparecer de mi vida. ¿Quiénes aparecerán después de ellos? De momento ni lo pienso, porque los ronroneos de Salem y Ella deberían de ser eternos...
josusein.com
jueves, 13 de noviembre de 2014
Antologías de microrrelatos publicadas por Diversidad Literaria
El pasado mes de octubre el colectivo de jóvenes escritores Diversidad Literaria organizó un concurso de microrrelatos eróticos con la intención de publicarlos en una antología titulada "Sensaciones y sentidos". No es el ganar ni el concurso en sí lo que me interesaba, sino ver por primera vez alguno de mis textos publicados en papel. Efectivamente no fui ni ganador ni finalista, pero sí fui escogido para formar parte de la antología, uno de los de alrededor de 65' microrrelatos seleccionados entre más de 2000, por lo que mi ilusión quedó satisfecha- Al ver que estaban preparando, entre otros tantos con diversas temáticas, un concurso de microrrelatos de terror para publicar otra antología probé suerte, y de nuevo sin ser ni ganador ni finalista, mi microrrelato forma parte ya de "Microterrores", una antología compuesta por unos 650 microrrelatos seleccionados entre más de 1050 recibidos. Los microrrelatos publicados, el de temática erótica en primer lugar y el de terror en segundo, son los siguientes:
GOTAS (publicado en la antología "Sensaciones y sentidos")
Mi cama, siempre tan húmeda, húmeda de sal. La tuya, siempre tan
manchada de blanco. Maldigo cada gota de sudor que cae sobre tus
sábanas.
Josu Sein
CUERPO Y ALMA (publicado en la antología "Microterrores")
Es verdad que todo es mentira- Si pudieras olvidarte a ti mismo beberías
más sangre. Preciosa sangre corriendo entre los muslos. Tanto amor por
la carne. ¿Qué es la carne sin sangre? Se lo pregunto a todo el mundo.
Mi habitación, llena de misioneros que se van tirando por la ventana con
cada respuesta. Cada vez quedan menos. Pronto me toca a mí.
Josu Sein
Josu Sein
En la web del colectivo podéis comprar ejemplares o mirar los diferentes concursos con diversas temáticas que están en curso, todos ellos para publicar antologías, que no son pocos.
jueves, 6 de noviembre de 2014
La íntima revolución de los enamorados
Durante los años 80, la célebre fotógrafa Sage Sohier
viajó por todos los Estados Unidos buscando parejas del mismo sexo que
hubieran decidido derribar todos los prejuicios de la sociedad que les
rodeaba para marcharse a vivir juntas. Al contrario de lo que la ley
pudiera decir, y a pesar de no estar reconocidos por ella, los suyos eran matrimonios reales. Sin curas o jueces de por medio, a ellos no les hacía falta nada más que su amor, su cariño y su esfuerzo para seguir adelante.
Sohier comenzó retratando sólo a unos cuantos amigos homosexuales
después de vivir una peculiar experiencia familiar: cuando todavía era
una adolescente descubrió que su padre en realidad era gay.
Por lo visto una prima suya lo encontró bailando con un hombre en un
bar, y entonces su matrimonio acabó rompiéndose. Obsesionada por estos
hechos, la fotógrafa decidió buscar el mejor modo de entender la vida de su padre, y por eso decidió empezar a realizar estos retratos.
Una lucha por el futuro y por la libertad
Poco a poco, el proyecto de Sohier acabó tomando grandes dimensiones.
Durante sus sesiones, la fotógrafa hablaba con cada uno de los
protagonistas y los entrevistaba para que su historia no quedara en el
olvido. Ellos le cedían su intimidad y, a cambio, ella lucharía para que sus voces fueran escuchadas, comprendidas y reivindicadas.
Al fin hoy, casi treinta años después de aquellos encuentros, la
fotógrafa va a publicar un libro en el que reúne los retratos y las
palabras de las parejas, con el que pretende demostrar que el camino no
ha sido fácil, pero que si cada vez hay más libertad sólo es gracias a
personas luchadoras como estas. El volumen En casa con ellos mismos: parejas del mismo sexo en 1980 en América está ahora a la venta gracias a Spotted Books, una editorial que realiza ediciones limitadas y cuidadísimas.
Este libro, además, llega en el momento oportuno, pues en las últimas
semanas las felices noticias sobre la creciente aprobación del matrimonio gay en los Estados Unidos asaltan a diario la prensa, después de que este haya sido reconocido en más de 30 estados. Parece que hay un poco de esperanza, y que tarde o temprano avanzamos hacia una sociedad más tolerante.
Artículo de Luna Miguel
Artículo de Luna Miguel
www.sagesohier.com
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