Igualdad Animal continúa su cruzada en favor de los derechos de los animales. Esta vez, la industria porcina de Reino Unido se ha convertido en el epicentro de una de sus investigaciones.
Durante 72 días, un activista de la organización proanimalista se infiltró en Harling Farm (A.J. Eswards&Son), una granja de 242 hectáreas cerca de Norwich, en la que se crían unos 4.000 cerdos para el consumo alimenticio y cuya carne cuenta con el sello de calidad Red Tractor. La marca, acreditada por científicos, veterinarios y expertos en bienestar animal, garantiza que los productos avalados cumplen con más de 130 normas relativas a la cría de cerdos y a su cuidado en todas las etapas, poniendo especial atención a la vigilancia de la salud y a las condiciones de vida de estos animales. Pero las imágenes de la incursión en esta explotación escogida al azar, según cuenta el portavoz de Igualdad Animal, Javier Moreno, muestran algo bien distinto.
Los cerdos son pateados, golpeados e incluso rasgados con cuchillos como método para obligarlos a moverse. Y los que están enfermos se llevan la peor parte. "Se trata de deshacerse de ellos con el menor coste posible", afirma Moreno, tratando de explicar cómo muchos de los animales de la granja son golpeados con palos y barras de metal hasta la muerte. Otros, según puede verse en las imágenes, son disparados con un rifle, mientras que las crías que desarrollan infecciones son estampadas contra el suelo. "Un método fácil y barato para ahorrar en veterinario", denuncia el portavoz.
En Reino Unido, algunas organizaciones proanimalistas se han mostrado consternadas al conocer los datos. La Real Sociedad para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales (RSPCA, en sus siglas en inglés), especializada en el rescate y la concienciación sobre maltrato animal, dice haber emprendido una investigación a raíz de las imágenes, "una de las más impactantes" que han recibido. Las declaraciones las ha recogido BBC, que también incluye la reacción de NFU, la organización agrícola y ganadera más grande del país. Su representante Catherine McLaughlin ha comunicado su conmoción por las escenas que aparecen en el material, aunque no comentarán nada hasta que la investigación demuestre la veracidad de las acusaciones.
También David Clarke, el director ejecutivo de Assured Food Standards, encargada de los certificados Red Tractor, ha reprobado el comportamiento que se detalla en los vídeos, condenándolo "plenamente". E incluso Stephen Brown, quien dirige Harling Farm, ha mostrado su intención de cooperar para que se descubra lo ocurrido: "Estamos horrorizados con lo que supuestamente ha pasado", ha dicho públicamente, manifestando su desconocimiento.
Pero para Igualdad Animal el caso, que creen que culminará con el cierre de la granja, no es un suceso aislado sino la realidad cotidiana de la explotación animal. "Es la cara que la industria siempre va a pretender ocultar, por eso las investigaciones son fundamentales", zanja el portavoz de la organización proanimalista, que ya emprendió un proyecto similiar en España por el que, desde el año 2007, recorrieron más de 200 granjas en once comunidades autónomas para acreditar las irregularidades de las granjas porcinas. En este caso, avisa Igualdad Animal, la granja Harling es sólo el primer paso de una campaña con la que pretenden desenmascarar las faltas del sector en Reino Unido.
Junto a las prácticas que transgreden las normativas y cualquier sello de bienestar animal, en las imágenes pueden observarse otras costumbres que, aunque legales, la organización igualmente quiere denunciar. "El corte de los dientes en los primeros días de vida de las crías, la castración de los testículos", que, según asegura el activista Javier Moreno, en muchas ocasiones la realizan los propios granjeros sin la cualificación necesaria, "o tener al cerdo entre barrotes toda la vida, no se considera ilegal, pero nosotros reclamamos cuestionar la explotación animal", dice Moreno.
Además, fruto del hacinamiento, del estrés consiguiente y de la despreocupación por la salud de los puercos, estos desarrollan tumores, pústulas y hernias abdominales que no son tratados, mientras que las estrechas dimensiones de las parideras dificultan el nacimiento de los lechones, que muchas veces resultan heridos en el parto.
Gracias a Igualdad Animal por vuestro trabajo.
A los carnívoros: que os aproveche.