domingo, 14 de diciembre de 2008

Comerciantes de emociones: No compres, adopta.

Ya imagino que es un tópico ahora que se acercan las navidades, pero esta entrada iba a aparecer tarde o temprano como defensor de los derechos de todos los seres vivos que soy.
No compréis mascotas en esos centros que comercian con las emociones para luego abandonarlas. No son peluches.
La palabra mascota es bastante repelente. Todos los que viven con cualquier animal y rompen esa barrera saben que pasan a ser hijos, hermanos, amigos... Uno más. Recuerdo a mi madre hace muchos años llorando prácticamente a gritos cuando tuvimos que sacrificar a Susan, la gata con la que vivíamos, por un avanzado cáncer de pulmón que le impedía respirar y que le hacía ahogarse con sólo dar unos pasos. Dijo que jamás pensó que llegaría a sentir algo tan intenso ni que le afectaría tanto.
En las tiendas de animales los perros y gatos siempre están enjaulados mientras la gente pasa y se queda enfrente del escaparate diciendo con esa estúpida entonación ñoña que tanto me saca de quicio "Mira qué monada..." Habitualmente también están mal atendidos y con escasos cuidados veterinarios. Quien tenga un hijo jamás debe tenerlo porque los bebés son monísimos. Te haces cargo de una vida, y se debería de hacer no para moldear esa vida sino para aprender de ella. Si no estás seguro de estar preparado, simplemente no seas egoísta y no lo tengas. Hoy en día, teniendo en cuenta la superpoblación y los millones de niños que existen sin hogar y sin salud, la adopción es la opción más generosa y la que más amor demuestra (y de paso ayudaría a que un país como España al que considero racista se llenara de bebés de diversos orígenes...). Con todos los animales ocurre lo mismo. Existen miles de perros y gatos abandonados o nacidos en las calles con el peligro de acabar en perreras o de que la gente que se quiere adueñar del mundo los maten. Adóptalos, con todas las letras de la palabra, con las mismas connotaciones y obligaciones que supone adoptar un niño. Para eso están todas las protectoras llenas de perros y gatos esperando dar y recibir cariño. Las tiendas de animales sólo deberían de existir para la comida y los accesorios.
Actualmente, aunque no muy activamente por falta de tiempo, colaboro a nivel local con una asociación de Rentería en Gipuzkoa dedicada únicamente a los gatos, ya que al ser menos moldeables y menos "esclavos" que los perros (que conste que adoro a los perros) están peor vistos, y en la calle se encuentran muchos más gatos abandonados que perros. Hay infinidad de gatos callejeros que no son aptos para la adopción, tanto por número como por ser gatos adultos que no están acostumbrados a la gente, por lo que controlamos sus camadas mediante esterilizaciones y les contruímos casetas. Todos los gatos recién nacidos y todos los que han vivido en casas y han sido abandonados están esperando ser adoptados. La asociación se llama Bubastis. Si hay alguien de Gipuzkoa pensando en adoptar alguno puede visitar el blog graciasporadoptarme.blogspot.com. En Euskadi cada vez hay más localidades que empiezan a actuar de manera similar, y en el resto de España también se encuentran asociaciones de este tipo.
Sobre los gatos, que siempre han sido mi debilidad, cito a William Burroughs: "El gato no ofrece ningún servicio. El gato se ofrece a sí mismo."
No penséis que vais a comprar un juguete, pensad que vais a formar una familia...

Fotografías de Josu Sein







2 comentarios:

  1. Cómo un amante de los animales no tiene ninguno? y si lo tienes, por qué no me hablas de él?
    es más... cómo puedes vivir sin animales? Yo no podría!

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  2. Pues un resumencillo: Después de que muriera Susan, a la que menciono en la entrada (era mi hermanita de pequeño), mis primos encontraron a Jacko prácticamente recién nacido atrapado en no sé dónde sin poder salir. Mi madre no quería más porque sufrió mucho pero cedió. Había que darle el biberón y todo, todavía me acuerdo... El cabrón me despertaba dándome golpecitos en la cara con la pata. Cuando me despertaba él salía coriendo para que yo lo persiguiera por la casa, y luego viceversa. Después mi padre trajo de La Rioja a otro macho, Bunny, un gato rubio que nació sin cola, mezcla de callejero y de angora. Se enamoraron a primera vista. Se dormían uno encima del otro, y antes de esterilizarlos se intentaban violar el uno al otro, sólo que los días de celo de los 2 no coincidían... Luego nos fuimos del piso a una casita que tenían puesta para el jardinero una comunidad de villas (mi padre era el jardinero). Eran felices saliendo a la calle y corriendo a sus anchas. Seguían durmiendo juntos, y si veían cualquier otro gato iban literalmente a por él a matarlo. Luego yo me fui a Barcelona, mi padre murió hace 3 años (cuando me tuve que volver de Barcelona) y mi madre y yo nos mudamos a un piso. Como jardinera allí entró mi prima y se quedó con los gatos para que no cambiaran de aires. Jacko (fíjate que tontería pero le llamé así porque era blanco y negro como Michael Jackson) desapareció un par de meses. Qué angustia... Apareció todo escuchimizado, no sabemos dónde estuvo. Volvió a desaparecer hace más de un año y nunca más se supo de él. Bunny siguió con mi prima, que ahora ha dejado el trabajo de jardinera y ha vuelto al piso de su madre, pero como llevaba mucho tiempo con Bunny y él se encuentra a gusto se ha quedado con él. Ya tiene casi 13 años pero está igual de jovial que de pequeñito. Mi madre se niega a tener más, ni siquiera de acogida hasta que otro lo adopte, y esa es la razón por la que ahora no tengo ningún animal, aparte de que estoy deseando largarme de casa de mi madre pero no sé qué voy a hacer con mi vida, así que no puedo coger ninguno.
    También me acuerdo de mis hamsters. Mi madre no entraba a mi cuarto porque yo dejaba la jaula abierta y que salieran. No estaba dispuesto a ver cómo se pasaban el día mordiendo la jaula. Curiosamente, como tenían el nido, la comida y el agua en la jaula, cuando tenían hambre y sueño ellos solos se metían a la jaula y se quedaban a dormir en el nido tranquilamente porque sabían que las puertas de la jaula no se iban a cerrar.

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