Aunque yo no esté de acuerdo en el mundo del arte, especialmente en las escuelas de arte, se dice que
antes de dejar volar tu creatividad tienes que aprender a dominar la
técnica, a imitar a la perfección la naturaleza, para
luego poder desfigurarla, pervertirla, recrearla... Durante siglos la imitación de la naturaleza era de hecho lo único que se valoraba. La carrera de Judy Fox
es un claro ejemplo de este proceso evolutivo. Tras haber
dominado a la perfección la escultura y la cerámica, a través de
realistas representaciones del cuerpo humano y especies animales, sus
más recientes obras muestran afortunadamente un giro interesante, maduro, sensual,
único y reconocible con su persona. Resulta difícil no encontrar paralelismos con la obra de artistas tan diversos como David Cronenberg, David Lynch, Floria Sigismondi, Cindy Sherman, Joel-Peter Witkin, Francis Bacon, H.R. Giger... Pero en ningún caso se trata de imitaciones, quizás ni de influencias directas, sino simplemente de ese inconsciente colectivo del que muchos creadores absorven lo que concuerda con su idiosincrasia o manera de interrelacionar las diferentes capas de las que nos componemos, inevitablemente así coincidiendo de una manera u otra con otros individuos cuyas pulsiones se dirigen hacia el mismo lugar. Embriones, monstruos de la naturaleza (o de la tecnología, extensión de la naturaleza humana), híbridos sexuales formados entre diferentes especies, cuerpos preparados para disecciones perversas y surrealistas, órganos interiores que se encuentran en el exterior, nuevos órganos y especies para hacer de este mundo un mundo ¿mejor? Que cada uno responda...
www.judyfox.net
Son un tanto fascinantes y como de otro mundo. Incluso esas sepias parecen seres inteligentes extraterrestres.
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