Fotografía realizada en diciembre de 2016 (Josu Sein)
No ves la vela roja ardiendo por ti. No me ves escribiendo sobre tu
lluvia de piedras, tus remordimientos y tus autodefensas. No me
consideres un mero lector accidental pasivo. Considérame un accidente resultante de escribirnos tras leerte.
Todo accidente se tatúa en ti. En ocasiones los tatuajes no penetran
la piel y pasan a ser recuerdos que se te muestran mires donde mires.
Acaricia el tatuaje hasta que sea la expresión presente de tus
emociones, impidiéndole convertirse en recuerdo de algo que no se
llegó a vivir. Para recordar el futuro incide sobre el tatuaje hasta
que su tinta se una a tu sangre y recorra y alimente todas tus
vísceras y tu perfecta piel, para escribir sobre ella historias no
planificadas sin final y poesías surrealistas. Tanto el hedonismo
como el masoquismo pueden constituir el mismo camino por el que
llegar a periodos de sincera felicidad. Como sincero sigue siendo todo lo que dijiste aunque lo leas tras intentar
desintoxicarte de mí para tener una visión lúcida, pragmática y
racionalista de tu vida, camino imposible ideado por androides para
matar tu subjetividad mientras te empeñes en caminar sobre él. No
intento invadir territorios ajenos, sino evitar hospitales que pretenden no dejarme vivir hasta sus últimas consecuencias los accidentes que ansío vivir y por los que ser invadido. Tras tanta soledad y
aislamiento llovidos como dolorosa vida en suspensión carente de accidentes he olvidado cómo se pide nada, así
que me limito a ofrecer para quizás, aunque no necesariamente,
recibir sin pedir. Mientras te voy leyendo llenándote de
anotaciones, me basta con verte beber vodka y mear en un vaso.
Texto escrito en diciembre de 2016 (Josu Sein)
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