viernes, 27 de abril de 2018

Dolor interior no verbalizado

Hoy, como siempre, me he encontrado con un panorama de enfrentamiento al que tanto gusto se le está cogiendo, y por supuesto he sido también tachado de lo que no soy. No voy a mencionar el nombre de quien ya todos sabemos. No me voy a referir a la pena impuesta a sus violadores, hayan decidido en el juicio denominarlo como hayan querido. Ni los que se quejan de que el Estado se inmiscuya en nada conciben un mundo sin él, con lo que qué decir de la nueva izquierda que pretende que el Estado diseñe las vidas de sus propiedades, ya que eso es lo que somos legalmente. Resulta que yo soy anarquista (tienden también a llamarme ácrata considerándolos sinónimos), pero intento ser realista, y visto que el planeta entero seguirá organizándose en forma de Estados y que el Estado se inmiscuirá siempre en tu vida para decidir lo que necesitas y lo que no, una tendencia cada vez mayor, me ciño a lo que el Estado ha decidido y que espero que no sea un modelo para el futuro. Ni he salido a las calles con un sector feminista que parecía haber olvidado la razón de ser de su manera de actuar justamente hoy, ni he pasado del tema, porque no es necesario ni siquiera ser mujer para sufrir cualquier tipo de agresión y/o abuso, que lo mismo me da que me da lo mismo, a tu integridad física y/o psíquica. Aunque siempre defiendo a los clientes, gilipollas y malnacidos, hombres o mujeres, los hay por todas partes, así que además de haber sufrido durante toda la infancia bullying del que el Estado se encargó enviándome a un psicólogo porque no me relacionaba con los que me acosaban, como chapero sólo he tenido dos clientes a los que me hubiera gustado dar una paliza, un cliente que me denigró y no en ninguna clase de juego de roles, y otro que tras el servicio no me pagó. Sin querer hacer comparaciones gratuitas, me sentí violado, así como Diamanda Galás considera haber sido violada por los que no le pagaron cuando ejerció de prostituta. Entiendo su dolor, y estoy escandalizado por lo que espero que no se convierta en tendencia. Ahora parece ser que todos tenemos el mismo carácter, voluntad y capacidad de reacción. No te quedes de piedra porque pueden juzgar que consentías. Controla la rabia contra el violador, no vaya a ser que te conviertas en una nueva Aileen Wuornos, a quien yo admiraba y que el Estado asesinó. No, tú limítate, sin que se tenga en cuenta ni tu carácter ni la comunicación verbal, a lanzar por la boca un explícito "no" que al violador le importará tres cojones, y espera a que terminen de violarte, porque ya que el Estado va a decidir por ti robándote tu autonomía, es la única manera de dejar de ver al violador y superar la violación, a lo que la sociedad no ayuda ya que se te dice que mejor hubieras muerto antes que vivir de por vida con ese trauma (preguntaros de una vez si en lugar de ayudarla la estáis hundiendo), ya que las otras opciones pueden llevarte o a ser juzgada y condenada a haber consentido como si el terror paralizante no existiera, o a ir tú a la cárcel por defenderte por tu cuenta. Espeluznante panorama en el que la víctima es juzgada como paso indispensable para sentenciar a los agresores, de cuya pena no me estoy preocupando, sino de la situación por la que quizás más víctimas tengan que pasar. Porque víctima se es, y saberse víctima y tener las herramientas para superarlo ayuda a no basar el resto de la vida en la victimización. Y me tacharán de sensacionalista a pesar de evitar todo nombre propio, pero sé lo que es quedarse mudo y de piedra mientras dentro de ti suena ésto que deberíamos de ayudar a superar, a la última víctima y a las siguientes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario