lunes, 23 de abril de 2018

Virginie Despentes, la nueva mesías feminista de la transgresión de los géneros


Fotografía de Mónica Tudela

Cuando se habla de feminismo desde un punto de vista antropológico, se considera que filiación o descendencia, autoridad y la residencia postnupcial, sin profundizar, son los tres factores que hacen de una sociedad patriarcal o matriarcal. Como no se ha encontrado una sociedad en la que los tres factores estén en manos de las mujeres se considera que no ha existido matriarcado. En cambio según muchas fuentes sí han existido ginecocracias, sociedades en las que la mujer ostentaba todo el poder. He de confesar que aquí me pierdo, porque no le veo la importancia a que falte uno de los tres factores ni entiendo la diferencia entre un matriarcado y una ginecocracia, término para el que no existen antónimos. ¿Cuál sería su opuesto? ¿Patriarcado? ¿Machismo? Dejémoslo en androcentrismo. La cuestión es el miedo a cambios sociales radicales por parte de antropólogos, incluso perteneciendo a sectores feministas. ¿No pierde entonces el feminismo toda razón de ser? Frente al miedo a los cambios culturales, yo apuesto por ellos. Por eso soy feminista y apuesto por la subversión de los géneros, ya que si el feminismo desea un cambio social y una reestructuración de la sociedad, mujeres y un sector de hombres han de romper con esos compartimentos estancos. A pesar de repetir que el género es independiente del sexo, se siguen considerando sinónimos. Ese afán es el que lleva a que un hombre biológico que no es transexual pueda decir que no es un hombre ya que su patrón no se corresponde con el que se supone que define a un hombre, pero tampoco se corresponde con el de mujer, ya que hoy en día es de ciegos no ver que los géneros ya han cambiado gracias al feminismo. El afán de continuar equiparando género y sexo legitimiza esta clase de vivencias y percepciones sobre uno mismo, aunque los géneros son el rol social y privado que se asocia a cada sexo (estética, vocabulario, maneras de actuar, hobbies, profesiones, etc., etc., etc.). Tan sencillo como eso. El feminismo hegemónico que pretende equiparar poderes, hasta ahí bien, o incluso adquirir más poder que los hombres, pero que lo hace a base de perpetuar el mismo sistema en el que se basa el machismo o androcentrismo, perpetuando la idea de dos géneros estáticos enfrentados pero condenados a unirse no me interesa e incluso me produce verdadera aversión. Pero la revolución feminista se ha dado y ha cambiado esquemas mentales, patrones y roles, es decir géneros. Por eso hay tantas y tantos feministas que sin estar adscritos a la teoría queer no paran de hablar de la transgresión de los géneros. Si los mantenemos, ya sabemos lo que nos espera. Lo que hemos vivido durante milenios. Así lo dice Virginie Despentes en Teoría King Kong, donde al contrario de famosos ensayos escritos con un denso vocabulario racional que aleja tanto a neófitos como a mí mismo, por ser más emocional que racional y manejar ese vocabulario aunque rompiendo normas racionalistas en la poesía en prosa. ¿Un referente feminista? No, no es Simone de Beauvoir. Y no, tampoco es Judith Butler. Por haber tenido algunas vivencias similares, por entender el mundo de la misma manera, porque quiero como ella que los géneros tradicionales se rompan, y por el sencillo vocabulario que usa intercalándolo con metáforas oníricas y relacionadas con el inconsciente, es definitivamente Virginie Despentes, compartiendo desde siempre la controvertida idea de una sociedad de mujeres violentas que tiene Diamanda Galás.
 

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