Desde muy pequeño, cuando mi madre salía a buscar caracoles, yo iba por delante intentando salvar todos los que podía. Le gritaba cuando veía en la cocina crustáceos vivos en agua hirviendo. Miraba con impotencia y odio a los niños que atrapaban y torturaban algún murciélago. Me hice ovo-lácteo vegetariano a los 16 años. Hoy en día soy vegano convencido y me interesan y preocupan los derechos de todos los animales. Es curioso que recuerde que tenía 16 años, porque las fechas no son lo mío y nunca les he dado ninguna importancia. Para recordarlas tengo que dibujar un esquema de mi vida. Citando a William Burroughs, estoy saltando del tiempo al espacio.
Al leer a Aldous Huxley y el infierno que ven en lugar del cielo algunos visionarios y tomadores de mescalina, me vienen a la mente una serie de sensaciones que me atormentaron durante algunos años de mi infancia. Indescriptibles. Son eso, sensaciones. Aunque lo ideal sea el equilibrio, siempre me he movido más por las emociones que por la razón.
No concibo mi vida ni mi niñez sin todas las películas eróticas y de terror que veía, algunas de las cuáles forman parte de la filmografía de uno de mis ídolos (tengo muchos), David Cronenberg.
Recuerdo perfectamente un cómic que rondaba por casa. Se trataba de una novela gráfica que retrataba la situación en la que se encontraban las brujas en la Edad Media y las torturas reales a las que eran sometidas por la Inquisición. Les cogí tanto cariño... Empecé a interesarme por la religión para acabar siendo blasfemo.
Supongo que sentí fascinación por lo andrógino desde que nací.
El que haya tenido “amigos” que me han fallado y el haber perdido la confianza en mucha gente no ha impedido que la amistad siga siendo uno de los pilares que me sostienen. Vencida en gran medida mi timidez aunque todavía no mis dificultades para enfrentarme a la para los demás tan fácil vida diaria, siguen en mí las ganas de superar la soledad sin huir de ella e intercambiar emociones y proyectos con otras personas.
Durante unos recientes años donde los supuestos servicios sociales, incluida la medicina, me destrozaron en lugar de ayudarme, constantemente me venía a la cabeza y a las vísceras una frase de Burroughs: “La democracia es cancerígena, y su cáncer se llama burocracia”. Sumergido últimamente en su literatura, tomé conciencia de que en mí había algo, casi genético, de la familia Johnson.
Me dieron medicamentos que me engordaron 25 kilos y que me llevaron a desconfiar de la medicina actual y sus perjudiciales drogas que intentan desprestigiar a las ilegales sin mirarse ellas mismas al espejo. Un día me levanté “sabiendo” que iba a adelgazar. Los 25 kilos desaparecieron sin ningún esfuerzo por mi parte. Después de algunos años sintiéndome solo sin quererlo, un día me levanté sabiendo que iba a desaparecer mi aislamiento. En unos meses he conocido a cantidad de gente interesante. Ahora sé que en mi vida van a ocurrir cambios y nuevas experiencias. ¿Qué vendrá después?
El Hermitaño se ha ido a la cama. Son el Loco, el Mago, el Carro, la Muerte, el Diablo y el Mundo los que han ocupado su lugar. Estoy en proceso de tomar las riendas de mi vida. Nunca es demasiado tarde...
Estos son retazos de mi vida. Son los recuerdos y las sensaciones que estos nos producen, más que los hechos “objetivos”, los que nos hacen ser lo que somos. ¿Qué pasaría si perdiéramos la memoria? Quizás dejaríamos de ser los mismos. Quizás seríamos más auténticos, al liberarnos de nuestras ataduras y salir a la luz todo lo que nosotros mismos nos hemos obligado a reprimir, a pesar de la angustia que tiene que suponer el no entender nada de lo que está pasando a tu alrededor.
¿La mente sobre la materia? Mejor, hacer materia la mente. Por algo somos físicos...
Me siento muy identificada en tus experiencias (o traumas) con los animales. Yo misma me recuerdo sacando los caracoles que mi madre metia en una cubeta al sol impregnada de sal para que no pudiesen salir y murieran lentamente de asfixia. Me recuerdo mirándolos largo rato intentando salir hasta que yo los sacaba y los pegaba en el muro de mi patio mientras les decía que se fueran antes de que mi madre se diese cuenta.
ResponderEliminarSiempre me horrorizó el sufrimiento animal.
En cuanto a los amigos, la infancia, los médicos.. la mayoría de cosas superadas sin dificultad se deben a un mal esquema mental, una creencia fuerte que nos hace sentirnos vulnerables, diferentes, marginados..
Hasta que te das cuenta que nada es "normal" pero que de todos modos, lo "normal" no te interesa por lineal, estúpido, cobarde y alienado.
Besitos Johnson, seguimos en contacto