sábado, 27 de octubre de 2012

Spinoza vs Gallardón

Baruch Spinoza (1632-1677)

Alberto Ruiz-Gallardón (1958- )

En el siglo XVII el filósofo judío Spinoza, excomulgado y repudiado por la comunidad judía al pasarse del monoteísmo al panteísmo tras considerar que Dios no es un ser antropomorfo dotado de personalidad, voluntad e intelecto, sino que Dios se encuentra en todo y en todos y que todo y todos somos formas de Dios sin que eso implique la existencia de un ser "superior" con consciencia, corriente que se podría relacionar con el budismo y el concepto del inconsciente colectivo desarrollado por Jung (más que por Freud), y después de verse también dado de lado por muchos cristianos a pesar de haberse sentido integrado en algunos grupos de cristianos librepensadores, consideró que era el Estado y no la religión el que tenía que garantizar la libertad individual y colectiva, entendiendo siempre que esa libertad ha de verse lógicamente coartada cuando atenta contra la de otro ser. Nada más y nada menos que 4 siglos después, en el siglo XXI, un político ultrarreligioso, conservador y taurópata de, se me permita o no decirlo, dudoso nivel intelectual, pretende tomar en una época de crisis medidas tales como limitar el derecho de manifestación considerando superior su libertad en relación a la del resto de población a la que se supone representa. No me queda más que dejaros aquí lo que Spinoza escribió en relación con este tema a mediados del siglo XVII:

"Si nadie puede renunciar a la libertad de pensar y de juzgar según su propio criterio, y si cada uno, por un derecho de naturaleza imposible de suprimir, es amo de sus propios pensamientos, de ello se deduce que en una comunidad política siempre tendrá un resultado desastroso el intento de obligar a los hombres que tienen opiniones diversas y contradictorias, a formular juicios y a expresarse en conformidad con lo que ha sido prescrito por la autoridad soberana. Por otra parte, los hombres no saben callar: no lo saben hacer los más dotados y prudentes, y mucho menos la gente común. Confiar a los demás los propios designios y las propias opiniones, cuando sería necesario callar, es una especie de debilidad muy extendida. Será por tanto sumamente opresivo aquel gobierno que quiera suprimir la libertad de manifestar y de exponer de manera exhaustiva el propio pensamiento, mientras que dará pruebas de mesura el gobierno que le reconozca a todos dicha libertad."

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