miércoles, 19 de septiembre de 2018

Leonor Fini, feminista queer

"Dios los cría y ellos se juntan."
Sin creer en Dios, algo así me debió de pasar con Cronenberg, en aquellos años en los que la tele era una maravilla y una ventana a la certeza de la existencia de un mundo fuera de la infernal casa, ikastola y barrio. Fui adicto al cine de terror desde que comienza mi memoria coherente más allá de unos cuantos fotogramas que no son hilables, lo que en mi caso ocurrió con unos 5 años. Pasaba las noches viendo esos fantásticos mundos repletos de paisajes formados por elementos sexuales, seres andróginos escapando de organizaciones adictas al poder y al control que sobrevivían mediante la hibridación, esos seres que evolucionaban hacia el polimorfismo. "La pantalla de televisión es la retina del ojo de la mente", decían en Videodrome. Era la prueba de que había más seres cuya mente pensaba y sentía como la mía. Cronenberg era uno de los poseedores de esas mentes. Me fascinó descubrir años más adelante que él fue el artífice de Vinieron de dentro de..., Rabia, Cromosoma 3, Scanners, Videodrome, La Zona Muerta y La mosca, que tantas veces había visto. Lo mismo me ocurrió cuando supe que Alien, donde en concontré a mi primera heroína de ficción, Ellen Ripley, una mujer sexy y andrógina a la que la vida de Jonesy, el gato, le importaba tanto como la del resto de la tripulación, no existiría sin los diseños de H.R. Giger. Y lo mismo me pasó con una pintora de la que no supe absolutamente nada hasta mucho después, ampliando lo que sabía de ella cuando estudié Historia del Arte.
Hablo de Leonor Fini, cuyas ilustraciones acompañaban a un libro de relatos eróticos sobre senos escritos por Ramón Gómez de la Serna (que, dicho sea de paso, me aburrían nada más comenzar a leerlos cuando ya era adicto a Emmanuelle, Calígula de Tinto Brass, y la colección de VHS-s de porno duro que mi padre guardaba en un armario, y me siguen aburriendo ahora cuando sigo siendo incapaz de relacionar su literatura con las vanguardias artísticas de entreguerras). Aquel libro de mismo título, Senos, robado a mi madre sin que nunca lo echara en falta y años después me dijera que ni lo recordaba, para mí era únicamente la muestra de las pinturas de aquella mujer que los firmaba.
Leonor Fini nació en Buenos Aires, Argentina, en 1907, muriendo en París, Francia, en 1996, donde desarrolló su obra relacionándose con los surrealistas. Tras el divorcio de sus padres su madre vuelve con ella a Triste, Italia. Allí comienza su historia de ambivalencia y experimentación con el género. Como en el mito egipcio-romano de Ifis, su madre la trasviste de niño durante 6 años para evitar que su padre, un fanático religioso, se la lleve secuestrada. Más aun, en la famosa presentación con el grupo de surrealistas de la mano de Leonora Carrington, Leonor apareció vestida como un cardenal porque le gustaba "la naturaleza sacrílega de vestirse como un cura, y la experiencia de ser una mujer vistiendo ropas de un varón que nunca conocería el cuerpo de una mujer". Se la cree bisexual, aunque resistió toda clasificación. De hecho en una entrevista de 1982 confesó: "he experimentado con mujeres pero no deseo ser lesbiana". En París entró en contacto con infinidad de artistas, foco al que acudían todos los que querían dedicarse únicamente al arte por ser en aquel momento el único lugar que lo posibilitaba e incluso favorecía (¿existe hoy alguna ciudad así?). Entró en contacto con otros artistas como Paul Éluard, Henri Cartier-Bresson (que la fotografió desnuda en 1933), Max Ernst (que fue su amante), Georges Bataille, Picasso, André Pieyre de Mandiargues, y Salvador Dalí. Fue amiga de Jean Cocteau, Giorgio de Chirico y Alberto Moravia. Pintó diversos retratos como los de Jean Genet, María Félix, Anna Magnani, Margot Fonteyn, Alida Valli, Suzanne Flon, Silvia Monfort y Leonora Carrington.​ También se dedicó al diseño de vestuario y decorados para obras de teatro. Diseñó el envase del perfume Shocking para la diseñadora italiana Elsa Schiaparelli. En la década de los años 70 escribió tres novelas (Rogomelec, Moumour, Contes pour enfants velu y Oneiropompe). Fue también una destacada ilustradora de obras de Edgar Allan Poe o el Marqués de Sade. Nunca se casó y vivió en comunidad con dos varones, toda una provocación para su época. Siempre vivió en completa libertad sexual, autonomía y llena de voluptuosidad. Su mal temperamento y sus enfrentamientos y desafíos con André Bretón por su "homofobia y misoginia" son proverbiales. Todo el que haya estudiado algo de Historia del Arte sabe que el grupo oficial de surrealistas, herederos de Dadá, no se limitan a ese grupo oficial sino que se organizaron para extender una forma de vida, no sólo de arte, ya que para ellos el arte cambiaba todo el resto del mundo, en la que se diluían los límites entre sueño y vigilia, razón y emociones, manera correcta de comportarse en sociedad y deseos y perversiones inconscientes, pasado y futuro, y de lo que no se habla tanto, orientaciones sexuales y géneros asociados a los sexos. El automatismo no era más que una vía para liberar el inconsciente, no el único como a veces se dice, y la pintura figurativa que plasmada racionalmente sueños, deseos y fantasías era perfectamente válida. Consideraban que cualquiera puede ser surrealista sin saberlo, ya que más allá de una vanguardia artística, es una manera de entender el mundo y una manera de comportarse, y sus referentes se encontraban en el pasado (El Bosco, Poe, Baudelaire, el Conde de Lautréamont, el Marqués de Sade...). Yo mismo me considero surrealista y es evidente que David Lynch lo fue siempre. Pero André Breton se erigió como líder del grupo, logró o que se fueran por su propio pie o echándolos directamente el resto de miembros hasta quedar sólo él, y pasó a considerarse el único surrealista de verdad del mundo a pesar de rechazar muchos de sus postulados y pasar a dedicar su tiempo no al arte sino a la defensa del comunismo de Stalin. La homofobia mencionada fue por ejemplo un rechazo al propio surrealismo. El rechazo a formas de sexualidad por entonces no normativas y el rechazo a las pulsiones inconscientes. La Revolución Surrealista se convirtió en El Surrealismo al servicio de la Revolución (la comunista), pero esto no evitó que el surrealismo siguiera flotando por el mundo, y que constituyera uno de los primeros grupos y espacios en los que a pesar del rechazo de muchos de sus componentes hombres, las mujeres encontraran un espacio de gran libertad para desarrollar su obra sin presiones ni manipulaciones, por lo que representaba el propio surrealismo.
Y en ese entorno se desarrolló Leonor Fini, con pinturas que remiten todas a ella. Mujeres gatunas e híbridos de mujeres y gatos (sentía verdadera adoración por los gatos, como yo, su tótem, como mensajeros de poderosa fuerza psíquica inconsciente e irreal), misteriosas mujeres fuertes y excéntricas de aspecto andrógino y ambiguo deseo sexual, largas melenas rojas como el fuego o directamente calvas, para las que el género no condiciona la sexualidad, una sexualidad mórbida e incluso macabra para algunos, en la que no faltaban el sadomasoquismo y los esqueletos, a la que daban rienda suelta mujeres libres del deseo de la mirada masculina, mujeres maltratadas por la sociedad, rebeldes, brujas o putas, pero siembre con la elegancia y la sensibilidad que hacen de su pintura su reconocible estilo personal. Claramente atraída por los Arcanos Mayores del Tarot, dicen que es la artista mujer más importante del siglo XX y una de las pocas cuya figura no está ligada a la de un varón, con devaneos con algunas mujeres de las que no dependió como artista, y una larga relación estable durante 40 años, un trío, que mantuvo con el poeta polaco y autor de varios ensayos sobre su obra Constanine Jelenski y con el diplomático y pintor Stanislao Lepri que la siguió hasta su muerte. Lo que hoy llamarían poliamor, al igual que a ella transgénero, para la que la sensualidad y la sexualidad lo impregnaba todo y de ninguna manera promovía ningún rechazo misándrico hacia los hombres, sino ser una mujer autosuficiente cuyo nombre como artista no estuviera ligado a la de otro artista de manera que hubiera pasado a la historiografía artística como deudora a todas luces y en todos los ámbitos de un hombre, cuando más bien resultó ser al contrario. Una feminista hasta la médula que escapó de las rígidas normas machistas, de la que estoy convencido que no se hubiera creído que las feministas del futuro se basaran en rígidas normas puritanas que representaban al sistema machista. Una feminista de origen argentino que se desarrolló como artista y como persona relacionada con el surrealismo en París, exactamente igual que Alejandra Pizarnik, mi escritora favorita, cuyas obras, vidas e importancia que han adquirido en la historia, no parece servir de referencia a las actuales radfem argentinas a las que más que seguramente despreciarían como hizo Leonor con André Breton.
Nada de esto era conocido por mí mientras admiré durante toda mi infancia y adolescencia sus voluptuosos desnudos, pero ya se sabe, "Dios los cría y ellos se juntan".

Le Bout du Monde, 1949

La Gardienne des Phenix, 1954

La Gardienne de l'œuf noir, 1955

Le Voile, 1956

L'Amour sans condition, 1958

La cérémonie, 1960

La Tolilette Inutile, 1964

La Fête Secrète, 1964

Heliodora, 1964

La Serrure, 1965

Vesper Express, 1966

Le Train Blanc, 1966

Harmonika - Zug, 1966

Présence sans issue, 1966

La Gardienne des Sources, 1967

Les Étrangers, 1968

Le Couronnement de la Bienheureuse Feline, 1974

La Perle, 1978

La Passante, 1979

Dimanche après-midi, 1980

Mémoire des fragments passés, 1984

Retour de voyage II, 1985

Estas son tres declaraciones de Leonor. No deja de ser curioso que siendo lo naturales que las consideramos muchas personas, otras personas hayan involucionado a tiempos anteriores al de Leonor y las vean como escandalosas.

Toda la pintura es erótica. Ese erotismo no tiene necesariamente que estar en el tema. Puede estar en la forma con que se pinta un ropaje, en el diseño de una mano, en un pliegue.

Nunca he vivido con una sola persona. Desde los 18 años he preferido estar en una especie de comunidad, una casa grande con un taller, gatos y amigos, y con un hombre que tienda más a ser un amante y con otro que tienda más a ser un amigo. Siempre ha funcionado.

El hombre de mis pinturas duerme porque se niega a la función de animus de la contrucción social, y ha rechazado la responsabilidad de trabajar en sociedad con esos fines.
En pocas palabras, los hombres de Leonor Fini estaban en contacto con sus lados femeninos.


Leonor Fini, además de una de las mejores artistas de la historia, también fue una muy demandada modelo por parte de famosos fotógrafos a los que les fascinaba su aspecto andrógino, cómo un día podía parecer la mujer más femenina del mundo y al día siguiente totalmente masculina, su manera de trabajar siempre rodeada de gatos, su pasión por la teatralidad, y la sensualidad que desbordaba posando desnuda sin tapujos, como se ve en los siguientes retratos.

Leonor fotografiada desnuda por Henri cartier-Bresson en 1933

Leonor fotografiada por Dora Maar en 1936

Leonor fotografiada en Paris por un fotógrafo anónimo, 1938

Leonor y gato fotografiados en su estudio por Martine Franck, 1961

Leonor fotografiada en su estudio por Cecil Beaton, 1961

Leonor retratada a principios de los setenta

No he encontrado al autor de este primer plano de Leonor Fini que aparece repetidamente pero nunca se especifica el autor, sólo que parece situarse a principios de los 70. Excelente imagen para acabar el post y llevártela en la mente.

Por cierto, al margen de que gusten o no Madonna o Björk, que le escribió y compuso el tema, el vídeo de Bedtime Story dirigido por Mark Romanek está repleto de representaciones de cuadros surrealistas, entre ellos algunos de Leonor Fini que aquí se ven.

Madonna: Bedtime Story (vídeo oficial)




Web oficial sobre su persona y su trabajo: www.leonor-fini.com

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