En este blog se ha hablado diversas
veces de diferentes libros clave para la defensa de los derechos de
todos los animales tratando diferentes ámbitos en los que se
practica el especismo, como "Matanza de inocentes: Los animales en la investigación médica", "¿Por qué maltratamos tanto a los animales? Un modelo para la masacre de personas en los campos de exterminio nazis", "A favor de los toros" o "La misma libertad: Reflexiones sobre liberación animal y anarquía". Esta
vez hablaré sobre el último boom animalista traducido a 9 idiomas,
un libro espinoso al tratar únicamente del ámbito de la
alimentación. Su autora, Melanie Joy, es profesora de psicología y
de sociología en la Universidad de Massachusetts. No ha querido
utilizar el término carnívoro porque define una necesidad
biológica y ha optado por acuñar el término carnismo, que
según ella define un sistema de creencias invisible al no habérsele
dado nombre hasta ahora. Este sistema ha recurrido siempre a 3 mitos
cada vez que ha visto en peligro su invisibilidad: comer carne es
normal, natural y necesario, 3 conceptos que se han utilizado para
justificar todo tipo de sistemas de explotación, incluidos los
humanos. Son pseudoargumentos que utiliza mucha gente que defiende
los derechos de todos los animales en otros ámbitos pero que no está
dispuesta a intentar dejar de comer animales. Afortunadamente el
veganismo se ha extendido y visibilizado por todo el mundo, por lo
que ya no se ve a un vegano o vegetariano como alguien que se sale de
la norma (algo positivo por otra parte pero que frena a muchos a la
hora de actuar), el recurrir al pasado para naturalizar y justificar
una acción del presente es fácilmente refutable, y disponemos de
toda la información necesaria para saber cómo conseguir todos
nuestros nutrientes esenciales sin tener que torturar ni matar a otro
animal ni permitir que otros lo hagan por nosotros, disponiendo
incluso de la información que demuestra científicamente la
nocividad de una dieta carnívora u omnívora. Cuando esto ocurre,
cuando la invisibilidad del sistema se encuentra en peligro, algo que
es cada vez más habitual, el sistema necesita recurrir a
determinadas tácticas para perpetuarse, consistentes en la
cosificación (pretender que los humanos sientan a otras especies
animales como cosas, es decir, seres inanimados, justamente el
antónimo de animal), la desindividualización (intentar que los
animales no humanos sean percibidos en abstracto, no como individuos
sino como números que forman parte de una masa que no es más que
mercancía) y la dicotomización (intentar que percibamos a los
animales no humanos como categorías, básicamente como comestibles a
las víctimas de la industria cárnica y como no comestibles a los
que consideramos nuestras mascotas o incluso miembros de
nuestra familia, aunque la base de que consideremos a unas especies
como amigas y a otras como comida mientras que consideramos
degenerados a otros países por practicar lo mismo pero a la inversa
es exactamente la misma, el especismo, dicomotización que dicho sea
de paso ya se practica entre los propios humanos que no encajan en
modos de actuar propios de una sociedad que siente fobia por todo lo
diferente). De esta manera se consigue que los matarifes se
distancien de sus víctimas y pierdan en consecuencia toda
identificación y empatía por las mismas. El libro da tanto cifras
exactas de muertes de animales no humanos así como los métodos
empleados por la industria, métodos que causan en sus víctimas
estrés postraumático y conductas neuróticas y psicóticas (ya
sabemos todos cómo terminan actuando los animales que se encuentran
perpetuamente hacinados y las medidas que se toman para que no se
agredan entre ellos, como el corte sin anestesia del pico de las
gallinas, por poner un solo ejemplo entre tantos y tantos), pero no
se queda ahí, sino que denuncia también la manipulación
psicológica a la que han sido sometidos los matarifes para después
ver en peligro su salud y su integridad física por el propio
funcionamiento de la producción en cadena que es la industria
cárnica con cortes, amputaciones, heridas oculares o fracturas. Se
trata a todas luces de una ideología violenta que para su correcto
funcionamiento incluso exige de sus participantes, especialmente de
los matarifes, una conducta antisocial, con lo que Melanie Joy no se
conforma con criticar el sistema por el daño que perpetra a animales
no humanos, sino también por lo peligroso que resulta para nosotros
mismos, física y psicológicamente.
Veamos cómo argumenta la propia
Melanie Joy en diversos pasajes del libro todo lo dicho hasta ahora:
"El sistema dicta qué animales son
comestibles y nos permite consumirlos porque evita que sintamos
malestar emocional o psicológico al hacerlo. El sistema nos enseña
a no sentir. La emoción más obvia que perdemos es la del
asco, pero más allá del asco subyace otra emoción mucho más
importante para nuestra identidad: la empatía."
"La anestesia emocional es adaptativa
(beneficiosa) cuando nos ayuda a afrontar la violencia. Por el
contrario, pasa a ser desadaptativa (destructiva) cuando se utiliza
para permitir la violencia, incluso cuando dicha violencia
ocurre en lugares tan lejanos como las fábricas en las que se
convierte a los animales en comida."
"La historia de cómo la mierda se ha
colado en nuestra carne es la historia de una de las características
fundamentales del carnismo y de otras ideologías violentas: el
sistema depende de un grupo de víctimas indirectas, de
víctimas involuntarias que no solo sufren las consecuencias del
sistema, sino que contribuyen al mismo y participan en su propia
victimización sin ser conscientes de ello. El sistema crea estas
víctimas haciéndose pasar por algo que no es para que nos sintamos
seguros cuando, en realidad, estamos en peligro y nos creamos libres
aunque, realmente, estamos siendo presionados. La historia de cómo
la mierda se ha colado en nuestra comida es la historia de las
víctimas humanas del carnismo."
"El camino de la norma es el de la
mínima resistencia, es la ruta que tomamos cuando conectamos el
piloto automático y ni siquiera nos damos cuenta de que estamos
siguiendo una línea de acción que no hemos escogido
conscientemente. La mayoría de las personas que comen carne no
tienen la menor idea de que actúan en consonancia con los principios
de un sistema que ha definido muchos de sus valores, preferencias y
conductas. Lo que denominan «elecciones
libres»
son, en realidad, el resultado de un conjunto de opiniones muy
limitado que otros han escogido por ellos."
"El
ejercicio del libre albedrío es imposible si operamos desde el
interior del sistema. El libre albedrío exige conciencia y nuestras
pautas de pensamiento, omnipresentes y arraigadas, son inconscientes,
escapan a nuestra conciencia y, por tanto, escapan a nuestro control.
Mientras permanezcamos en el sistema, veremos el mundo a través de
los ojos del carnismo. Y mientras miremos a través de ojos que no
son los nuestros, seguiremos viviendo según una verdad que no es la
que nosotros hemos elegido. Debemos salir del sistema para recuperar
la empatía perdida y poder tomar decisiones que reflejen nuestros
verdaderos pensamientos y emociones en lugar de lo que nos han
enseñado a sentir y creer."
¿Queréis
seguir comiendo animales innecesariamente tras saber, si es que lo
aceptáis, que se trata de un lavado de cerebro? Porque tal y como
concluye Melanie Joy, la neutralidad ética no existe.
Ya
que esta actualización no es más que un pequeño resumen,
recomiendo la lectura completa del libro, en el que además
encontraréis multitud de asociaciones a las que recurrir en busca de
ayuda, consejo e información.
GO
VEGAN!!! Ⓥ
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