A ROGER DÍAS DESPUÉS DE SU SUICIDIO
Las putas llamadas que sonaban a las jodidas 6 de la mañana ya no
suenan, y nunca pensé que desearía tu egoísmo. Intentando siempre romper
las cadenas que nos unían, la consciencia de que nunca deseé que
desaparecieran provoca marcas en mis muñecas. Mientras dejas sonando el
maldito vídeo de "Into the groove" de Madonna un viento proveniente de
ti nos lleva a cogernos de la mano a Pere, lo que siempre quisiste, pero
siempre me quedará la duda de si tus
alas se desplumaron o al contrario consiguieron el cambio que les
querías atribuir. Porque como dijo nuestra pelirroja predilecta, siempre
me encontraba con tus escritos en mi muro. Mientras te detesto por
haberme dejado un virus potencialmente mortal para nunca olvidarme de
ti, vuelvo a sentir el amor que sentí cuando todo parecía encauzarse.
Cuántas veces te dije que por muy sanos que sean los cereales, un
celíaco va directo al hospital si los prueba, y tú no querías aceptar la
analogía con tu caso. Malditos psiquiatras que deciden quién es válido
para la uniforme sociedad en la que nos ha tocado vivir. ¿Pero por qué
no rompiste todos los espejos que ponían delante de ti hasta encontrar
aquel que no estaba manipulado? Todos cojeamos de una pata. No tenías
más que sentir correr por tus venas las medicinas que te hubieran
impedido tropezarte por culpa de esa cojera. Sólo nos queda unir los
dispersos pedazos de cristal que uno de tus impulsos te llevó a
resquebrajar, vernos en el espejo tal como tú deseabas, y anudar las
roturas que el orgullo provocó en la cuerda que nos unía a todos
nosotros. Porque como nunca pensé que sentiría, sigues estando entre
nosotros intentando enmendarlo todo tras fallarte a ti mismo. La rabia y
el amor se entremezclan en la bilis que recorre mi organismo, Roger de
mis pulmones. Sigue fumando y expulsa el humo a mi boca mientras duermo,
si consigo dormir, sin saber aún si he encontrado al ángel que sopla
polvo de oro sobre mis párpados provocando el consecuente sueño, o al
diablo que hace resonar en mis oidos tus gritos y carcajadas. Estúpida
duda, porque lo único que importa, y nada más, es que te quiero, ángel
mío.
NOMBRES SAGRADOS
Los nombres con los que somos bautizados son útiles, prácticos y
funcionales, pero no dejan de ser una mentira en una cultura que
considera la multiplicidad un trastorno. Nuestros verdaderos nombres,
aquellos que representan diversas facetas y que nos hacen tomar un
aspecto diferente cuando son utilizados para llamarnos, para invocarnos,
los vamos descubriendo a lo largo de la vida, hasta dejar de ser
humanos para ser dioses y diablos, las 2 caras de la misma
moneda. No se trata de inventarse nombres. Se trata de descubrir por
diferentes medios aquellos que despiertan aspectos ya existentes. Hay
gente que muere sin descubrir ninguno. Hay quien muere llevando a sus
espaldas decenas de ellos. Y algunos de ellos pueden resultar peligrosos
según y cómo los percibamos, porque la pura objetividad es una quimera,
una zorra mentirosa de la que más te vale no fiarte. Y así encontraste
uno de los tuyos, y lo utilizaste. Numaios. Al no llamarte nadie,
decidiste invocarte a ti mismo desconociendo que puede implicar el
repliegue hacia ti mismo hasta el punto de que tu alrededor te llega
sólo bajo la forma de escurridizas sombras cuyos ecos te marean.
Numaios, nacido en otro planeta, raptado por un cíclope de reducida
visión espacial, rescatado y condenado a viajar congelado por el espacio
hasta encontrar el reino de Hades mientras escucha las voces de los que
viajan con él. Contigo. Así que al invocarte a ti mismo precipitaste tu
salto del tiempo al espacio para llegar a Hades. Háblanos con esa
capacidad telepática del nombre invocado mientras nosotros seguimos
viajando y tú orbitas fuera del tiempo. Los que ni estamos dispuestos ni
podemos dejar de sentirte te escucharemos en ocasiones, a medida que
vamos descubriendo nuestros nombres y somos capaces de mirar hacia
dentro. Para ello te llamo. Para ello te invoco. Numaios. Roger.
Fotografía y textos de Josu Sein
josusein.com
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