Desde que el pasado junio fui
diagnosticado de hepatitis C, comencé una ardua búsqueda de
información sobre la enfermedad a través de asociaciones en defensa de los
seropositivos, ya que en sus grupos suele haber coinfectados. Nunca
podré terminar de agradecer la ayuda que me han dado. Estamos
hablando de una enfermedad cuya vía de contagio es la sangre, con un
virus que utiliza las células hepáticas para reproducirse dañando
el hígado y siendo la primera causa de trasplantes de hígado,
potencialmente mortal y a la que se le puso nombre en 1990, es decir,
que comenzó a extenderse al mismo tiempo que el VIH. La razón por
la que mucha gente desconoce que está infectada es porque es
asintomática y de evolución lenta. El tratamiento tradicional ha
ido variando pero basándose en los mismos medicamentos, interferón
y ribavirina, medicamentos con muchos efectos secundarios y con los
que no se alcanza el porcentaje de curación deseado ya que hay
múltiples factores que influyen, porque para toda esa gente que me
he encontrado asegurándome que la hepatitis C no es curable, sí que lo
es, y lo será más con los nuevos antivirales, inhibidores de la
proteasa e inhibidores de la polimerasa que se encuentran en ensayos
clínicos. Efectivamente en nada dejará de ser un problema médico,
e incluso si se diagnosticara y tratara a todo el mundo la enfermedad
podría erradicarse, pero con esto es con lo que me he encontrado en
España...
Estamos hablando de un país con
un gobierno ultracatólico especialista en ocultar todo lo que le
interesa. Cada vez más, las intervenciones televisivas de nuestros
políticos resultan irrisorias, de la misma manera que mucha gente
racista de este país se reía en el pasado de los gobernantes de
algunos países latinoamericanos. Afortunadamente los seropositivos,
por mucho camino que quede, hace tiempo que tomaron las riendas y
exigieron que se les diera el lugar que les correspondía, que no era
precisamente el que la Iglesia Católica y sus defensores pensaban
darles. En un país en el que cada día se intentan dar pasos atrás
en temas como el aborto o las bodas entre gays, entre tantos y tantos
temas, prefiero no pensar en qué pasaría con los seropositivos aquí
si la enfermedad se hubiera dado a conocer ahora y no en los 80. ¿Por
qué no he de creer que una de las razones por las que en este país
poca gente conoce la hepatitis C es que tenemos un gobierno
absolutamente asustado de todo aquello que puede ser contagiado
mediante el sexo o las drogas aunque una gran vía de contagio se
sigue encontrando dentro del sistema sanitario? Me he llegado a
encontrar con análisis clínicos en los que se requería que los
pacientes no tuvieran un pasado de abuso de drogas. Estos ensayos
suelen provenir de EEUU, pero todos sabemos que vivimos en un país
en el que el catolicismo arde en los genitales de todos los
religiosos y gobernantes actuales. Incluso se han llegado a recoger firmas para que los usuarios de drogas inyectables no sean marginados, ya que en ocasiones se les niega el tratamiento cuando no hay ninguna clase de incompatibilidad médica. ¿A quién le puede importar no ya
el presente sino el pasado sexual y de consumo de drogas de ningún
enfermo más que a un católico en busca de culpables y víctimas?
Me podrán decir que la
religión no juega ningún papel aquí, que lo hace la crisis
económica. Una crisis no sufrida por nuestros ricos gobernantes
mientras que ya han empezado a negarles asistencia sanitaria a gente
que no cotiza, cuando todos pagamos impuestos siempre que consumimos
o compramos cualquier cosa, unos impuestos que además nos han subido
a pesar de haberles quitado dinero a la asistencia sanitaria y a la
educación. Está claro, lamentablemente, qué clases de generaciones
son las que vienen, sin acceso a un trabajo, sin asistencia sanitaria
y sin educación. Pero volviendo a la hepatitis C, el caso es que se
están probando alrededor de una treintena de nuevos antivirales de
acción directa, sin apenas efectos secundarios, mayor porcentaje de
curación y tratamientos más cortos, pero el Católico y neoliberal
gobierno español no se preocupa por la gente que vive en el país
sino por los beneficios a corto plazo. Todos estos antivirales
tardarán mucho en estar dentro de nuestro sistema, y cuando lo estén
sólo se piensa administrarlos en primer lugar a los enfermos que
están en fases avanzadas de la enfermedad, un sinsentido médico ya
que cuanto más avanzada está la enfermedad menos se responde a
cualquier tratamiento, cuando si se invirtiera dinero en diagnosticar
y tratar con las mejores medicinas a todos los enfermos se ahorrarían
contagios, tratamientos que antes o después tendrían que haber
puesto en marcha, los carísimos trasplantes de hígado, y por
supuesto las muertes. Se ha de invertir ahora para ver los beneficios
dentro de 5 años, aunque los beneficios que a los enfermos nos
importan no son los económicos sino los referentes a nuestra salud,
sobre la que decide una Ministra de Sanidad que paradójicamente se
apellida Mato y que parece tener toda la intención de seguir
matando, que es lo que hace con las medidas que toma en Sanidad,
matar a enfermos. ¿Todos esos nuevos antivirales existirán sólo de
adorno para seguir manteniendo la imagen de un país avanzado que no
es tal?
Asociaciones como ASSCAT
(Asociación Catalana de Enfermos Hepáticos) y gTt-VIH (Grupo de
Trabajo sobre Tratamientos del VIH), teniendo en cuenta que muchas
asociaciones en defensa de los seropositivos comienzan a ampliar su
cobertura también a los enfermos de hepatitis víricas, no escatiman
palabras a la hora de decir que la hepatitis C en concreto es una
enfermedad deliberadamente silenciada y censurada por el gobierno y
la administración que continúa asegurando que está controlada a
pesar de estimarse que en España hay 800.000 infectados de los que
muy pocos saben que lo están, una administración a la que le
importa más el dinero que tendrá que invertir en los miles de
pacientes que probablemente en poco tiempo serán diagnosticados que
las propias vidas de esos pacientes. La ignorancia claramente
existente en lo que se refiere a esta enfermedad refuerza el estigma
y aumenta el riesgo de transmisión. Y es que de nuevo tenemos tanto
que agradecer y que aprender de los seropositivos... Actuemos, seamos
activistas, unámonos para que la única vía de financiación no sea
la de los gobiernos que nos machacan, caso del español metido en
tantos juicios por corrupción, reclamemos nuestro lugar en el mundo,
más merecido que el que ellos han conseguido, y que no se olviden
nunca de que si tienen poder es porque existimos y sin nosotros no
son nada, es más, actualmente no deberían de ser nada ni con
nosotros. Está claro quiénes deben ser los estigmatizados de una vez por todas.
Lo de este gobierno fascista es cada día peor. Si yo estoy absolutamente indignado, me puedo imaginar como lo estarás tú. Mientras ellos se comportan de manera absolutamente obscena, el país, los que más ayuda necesitan, están aún más jodidos. Para colmo, se descubre que esa ministra de sanidad con nombre tan significativo: Mato, se ha pegado cuantiosos viajes de vacaciones a costa del dinero público. Son repugnantes y no les importa lo que pueda sufrir la gente necesitada de ayuda. Yo solo espero que sus días, estén contados. Aunque soy escéptico, viendo lo que hacen los españoles en las urnas. La gente parece ciega o tarada.
ResponderEliminarMucha suerte, es lo que te deseo.
Gracias Alberto. De momento estoy con el tratamiento tradicional y no estoy respondiendo lo deseado, pero aún hay que esperar unas semanas más.
EliminarAnimo y mucha fuerza Josu.
ResponderEliminar