El sueño de la razón produce monstruos, seres
lunáticos. Y los monstruos y los locos están mejor en jaulas. Da igual
si escupen fuego por la boca, si se muestran malignos o violentos, o
simplemente se dedican a contar estrellas con una sonrisa eterna
dibujada en la boca: a quienes han perdido "la razón", a quienes se cree
que deliran, a los hombres perturbados que no se comportan igual que el
resto, hay que segregarlos. No vaya a ser que acaben alterando la paz
del rebaño. ¿No es eso?
"Una tarde, oí a alguien gritando y empujé una puerta para abrirla. Me encontré de cara con un hombre en una jaula.
Tuve dudas sobre si debía fotografiarlo. Pregunté a una enfermera sobre
el porqué de que se le estuviera aplicando ese tratamiento particular.
Me dijo que el hombre era violento y peligroso, especialmente para sí
mismo".
Así describe Raymond Depardon una de las escenas que forman parte de su libro Manicomio, publicado a principios de año por la editorial Steidl. El libro se nutre de fotografías tomadas hace más de tres décadas en una serie de centros psiquiátricos de varios rincones de Italia.
En 1977, Depardon tuvo la suerte de conocer a Franco Basaglia, director
del "asilo para locos" de Trieste, y fue éste quien animó al francés a
documentar lo que ocurría en aquellos centros. "Vas a poder fotografiar
aquí a pacientes que no vas a ver en ningún otro lado, pero la realidad
es exactamente igual en Francia o América", le dijo el psiquiatra. "El
hospital psiquiátrico les ha hecho de esta manera; ahora es demasiado
tarde, no hay nada más que yo pueda hacer por ellos. Toma tus
fotografías... De otro modo, la gente no nos creerá".
Basaglia, uno de los máximos representantes del movimiento
antipsiquiátrico de su país, conocido por su denuncia pública de las
condiciones deplorables en las que operaban los manicomios de la época,
fue uno de los impulsores del movimiento intelectual y político
que logró la clausura de los hospitales psiquiátricos italianos en 1978.
Depardon estuvo allí, antes y después de la entrada en vigor de aquella
Ley 180, capturando con su cámara la realidad diaria de los enfermos
mentales internados en centros como los de Trieste, Nápoles, Turín, San
Servolo (el manicomio de Venecia, hoy convertido en museo) o San Clemente.
En 1982, Depardon ya dedicó un filme documental
a los últimos días del manicomio de San Clemente. Sin embargo, el
grueso de las fotografías tomadas durante aquellos cuatro años —entre
1977 y 1981— habían permanecido guardadas durante décadas. Hace un par
de años, el francés se decidió por fin a editar aquel trabajo para dar
forma a un libro que queda como testamento de una época oscura para la psiquiatría.
Aquella 'psiquiatría de manicomio' que personajes como Foucault o el
propio Basaglia veían más como instrumento de control social que como un
método efectivo para curar. Más cárcel que terapia. Puede que Manicomio
sea reflejo de un episodio concreto de la historia italiana, pero no
hay que olvidar que escenas parecidas se dieron —y aún se dan— en muchos
otros lugares del mundo. También en nuestro país.
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