Un futuro sin género: 6 retratos de jóvenes que no se sienten ni hombre ni mujer
La periodista Rachele Kanigel y la
fotógrafa Chloe Aftel publican The Shadow Sex, un reportaje sobre los
jóvenes de San Francisco que no se identifican con género alguno
Una tarde de noviembre de 2013, Sasha Fleischman regresaba a casa en
el autobús escolar, cuando de pronto le entró el sueño. Mientras echaba
una cabezada, otros dos adolescentes le prendieron fuego como símbolo de burla, de desprecio y de asco. La
razón de que Fleischman provocara tanto rechazo a los agresores fue su
manera de vestir: falda de mujer y camiseta de hombre, una indumentaria
que no reflejaba sus ganas de provocar tanto como el simple hecho de que
el joven no se identifica ni con el sexo femenino ni con el masculino, y
por lo tanto expresa su manera de ser a través de la indumentaria.
La cámara de seguridad del vehículo captó el momento de la violencia,
y entonces su historia dio la vuelta a la prensa internacional como si
de un suceso cualquiera de bullying se tratara. Nada más lejos de la
realidad: quemaduras de segundo y de tercer grado, vendas y
medicinas para un tratamiento que ascendería a los 15.000 euros, y una
actitud completamente heroica que llevaría a Fleischman a
regresar a las clases, aun con sus piernas y sus brazos vendados, con el
propósito de no avergonzarse de lo ocurrido pero sí de luchar por sus
derechos como el adolescente sin género que se declara.
Como más tarde demostraría la revista San Francisco Magazine,
Fleischman no está solo. Impresionada por lo sucedido, la fotógrafa
Chloe Aftel comenzó un reportaje fotográfico
centrado no sólo en Sasha sino en más jóvenes del área de San Francisco
que también aseguran no pertenecer a ninguna condición sexual.
Junto a la periodista Rachele Kanigel, ambas entrevistaron a estos
adolescentes en sus lugares más íntimos y charlaron con ellos sobre cómo
se sienten, o sobre cómo creen que las personas que estamos a su
alrededor deberíamos tratarles e incluso denominarles. Palabras como libertad, aceptación y neutralidad son algunas de las más repetidas en sus discursos.
Pero la masculinidad ni la feminidad entran en su vocabulario como algo preciso y sin variables. Ellos son libres
de mantener relaciones con quien deseen, vestirse como les guste o
pensar en sus respectivos futuros profesionales sin presiones asociadas
al sexo. De entre los entrevistados, también encontramos voces,
aspectos y pareceres muy distintos: desde quienes crecieron sintiendo
repulsión por su cuerpo según se les formaba en la adolescencia, porque
no se sentían en sintonía con él; hasta los que supieron canalizar todas
sus ansiedades de manera artística e incluso se comprometieron
políticamente.
“No binarios en un mundo binario”, así es como los define Micah, joven bloguero de Neutrosis Nonsense
que lleva años escribiendo sobre su condición e investigando de qué
manera pueden definirse o nombrarse quienes se sienten como él. Aunque
más allá de encontrar calificativos a sus casos —una tarea en la que,
según ellos, parecen entretenerse mucho más los colectivos LGTB—, lo que
a Sasha Fleischman y a muchos otros les interesa es poder tomar decisiones en su día a día sin sentirse desubicados. Que el mundo no se divida en “para chicos” o “para chicas”, sino quizá en un abanico más amplio de posibilidades.
O como escribe el autor de Neutrosis Nonsense: “las muñecas son para las niñas, los camiones son para los niños, los puzles son neutrales… Mi género es un puzle.”
Continúa el debate sobre si los géneros deben ser erradicados, o al contrario, contemplar muchos más géneros que nada tienen que ver con el concepto binario, pero no cabe duda de que estas iniciativas ayudan a desmontar las clásicas visiones sobre los géneros/sexos y la heterosexualidad obligatoria.
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