Autorretrato realizado en diciembre del 2015
Los defensores y perpetuadores de
modelos económicos, sociales y políticos en perfecto funcionamiento
desde hace las suficientes décadas, si no siglos, como para no poder
ocultar ya que su propósito y resultado es el mismo al margen del
mecanismo utilizado y de su denominación lingüística, no pueden
ya, precisamente por ese afán de anquilosarse en una polaridad que
vista con la suficiente perspectiva resulta imposible no comprenderla
como las 2 caras de la misma moneda, considerarse revolucionarios. La
figura más extendida hoy en día es la del contrarrevolucionario, ya
se autodenomine capitalista o comunista, individualista o socialista,
o cualquiera de los términos que hacen referencia o se relacionan
con los mismos conceptos. Por pretender hacer desaparecer el Estado
Moderno sobre el que se erigen modelos socioeconómicos que, los que
no se paran a observar todo dando un giro completo sobre sí mismos
para tener una visión global, consideran opuestos a pesar de servir
todos a la misma institución, mentirosa por naturaleza, que domina
al mundo completo, el Estado, el máximo dictador con una fascinante
capacidad de camuflaje, sería el anarquismo en estos momentos el
modelo más revolucionario posible. El feminismo y el movimiento
queer por oponerse al milenario machismo, el veganismo por oponerse
al milenario antropocentrismo, el movimiento libertario por oponerse
al milenario autoritarismo al margen de la ropa con la que se vista,
son algunas de las pocas corrientes revolucionarias existentes, sin
que implique que no existan individuos que se consideran seguidores
de estas corrientes y que actúan de manera contradictoria, todas
ellas corrientes profundamente relacionadas con el anarquismo como
puede comprobar cualquiera que indague en las fuentes primarias. El
artista revolucionario y libertario que plasma estas corrientes por
impulso natural y que no contrapone interior y exterior, derechos
individuales y colectivos, ni romanticismo y realismo social, no
puede por definición ni trabajar al servicio de una élite clasista
ni al servicio de colectividades con comportamiento de rebaño
manipuladas por opresores que dicen pretender liberarlas. No puede
por definición trabajar al servicio de nadie más que de sí mismo y
de sus impulsos, mostrando tanto interior psicológico individual
como preocupaciones sociales pero sin crear nunca propaganda para
instituciones oficiales al servicio del Estado, sea cual sea y se
vista como se vista ese Estado para representar, como el gran actor
que es, el papel que más le conviene. Ese es el verdadero "l'art pour l'art", la verdadera autonomía del arte, concepto
manipulado con fines muy específicos. Todo lo demás es
contrarrevolucionario. Grita ¡¡¡Revolución!!! y acudirá en su
defensa la figura contrarrevolucionaria más extendida hoy en día.
El facha que va de progre.
(escrito perteneciente a la serie de
vómitos dirigidos a amplios sectores del departamento de Historia
del Arte de la UNED, enero del 2016)
No hay comentarios:
Publicar un comentario