Somos muchos los animalistas que
recurrimos al holocausto nazi para concienciar a los carnívoros.
Siempre se nos contesta que los animales no humanos no pueden ser
comparados con los humanos cuando son paradójicamente estas personas
las que se dedican a comparar desde el momento en el que establecen
jerarquías de valor, o que nuestro intento de argumentación es
históricamente insostenible. No opinó lo mismo Charles
Patterson, historiador y profesor de historia, cuando se decidió
a escribir el libro "¿Por qué maltratamos tanto a los animales?
Un modelo para la masacre de personas en los campos de exterminio
nazis".
Dividido en 3 partes, el libro comienza
con una primera parte donde se dan unas básicas nociones de historia
antropológica. Los humanos, que aparecimos en los últimos 10
segundos de la historia del universo según Carl Sagan, nos
creemos superiores porque hemos conseguido tener poder sobre
todo el entorno y sobre todos los demás seres vivientes, creyéndonos
que somos el fin del universo o que estaremos aquí eternamente. Toda
la historia del homo sapiens se concentra en la última
palabra de un libro de 1000 páginas, y aún así hemos conseguido
destrozar el mundo y hacer de él un infierno para los diferentes. Desde entonces y en la mayoría de las culturas
los animales no humanos han sido maltratados y hemos utilizado como
insulto los nombres de especies no humanas (¿pero no éramos los
animalistas los que nos empeñamos en comparar?), algo que ha sido
muy habitual en todas las guerras y genocidios de la historia
resultándonos más fácil así esclavizar a otras razas al igual que "domesticamos" a otras especies y acabar con otros humanos al
supuestamente restarles valor, ya que al estar en la cima de nuestra
escala de valores el poder, los animales no humanos tienen menos
valor que nosotros. No dejó de hacerlo Hitler tampoco, tratando a
los judíos de ratas, arañas, sanguijuelas, etc., él, que desde
siempre dejó claro que admiraba el genocidio practicado por los
colonos europeos en América.
La segunda parte se centra en analizar
la historia y la evolución de la terrible e insensible industria
cárnica en la que ya ni siquiera se considera a los animales como
tales, sino como meros objetos. Curiosamente a Henry Ford, quien
desde niño me causó repulsión al ser considerado el mesías en la
novela distópica "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, se le
ocurrió la horrenda idea de crear cadenas de montaje basándose en
la industria cárnica. Él no fue el creador, ya estaba creada y se
limitó a aplicarla a la industria automovilística, extendiéndose
el método de trabajo a todos los sectores de manera que la tónica
general de todas las empresas es la de oprimir a humanos que oprimen
a su vez a otros animales, tanto humanos como de otras especies. A
pesar del enfrentamiento entre Alemania y EEUU, Hitler siempre
declaró admirar la industria norteamericana y sus métodos,
incluyendo la cárnica, tenía un retrato de cuerpo entero de Ford,
camarada que se dedicó a abastecer de coches a la Alemania nazi y
que escribió artículos y un libro completo en contra de los judíos,
lo que aumentó más la admiración de Hitler por él, el único
estadounidense nombrado en "Mi lucha", y lo consideró su
inspiración a la hora de trasladar esa metodología de trabajo en
cadena a la "Solución Final", que es como se denominó al
exterminio de judíos. Los paralelismos son evidentes. Los
procedimientos de eugenesia empleados por los nazis para lograr una "raza pura", incluyendo esterilizaciones (entre 300.000 y 400.000
alemanes fueron esterilizados) y eufemísticamente hablando
eutanasias forzadas de aquellos que "no valen", fueron tomados
tanto de la industria cárnica basada precisamente en esa metodología
como de los eugenistas estadounidenses que ya llevaban mucho tiempo
practicando esterilizaciones a negros, judíos y discapacitados,
eugenistas estadounidenses que por cierto apoyaron los métodos de
Hitler y fueron bien avenidos en Alemania. La "optimización del
proceso", el transporte de judíos desnudos hacinados en camiones
para ser llevados a campos de concentración estética y éticamente
similares a los mataderos de animales no humanos, el "procesado"
de enfermos, débiles y heridos, las fases por las que pasaban los
judíos al ser conducidos a las cámaras de gas, incluyendo el típico "tobogán" o "tubo" de los mataderos que en Treblinka tenía
unos 4 metros de ancho y unos 80 de largo y que iba desde los "vestuarios" de la planta inferior a las cámaras de gas del
campo superior, y un larguísimo etcétera, fueron tomados
directamente de la industria cárnica, o de la farmacéutica si
tenemos en cuenta que los judíos sufrieron experimentos
médico-quirúrjicos calcados a los que aún sufren millones de
animales no humanos "en nombre de la ciencia". Incluso los
funcionarios del programa T4, programa de "selección" y "eutanasia" que culminaría en las cámaras de gas, con nombres y
apellidos, fueron expresamente buscados en carnicerías y mataderos.
Hay una línea recta desde los mataderos a los campos de
concentración nazis, desde la industria cárnica hasta el holocausto
judío.
Finalmente, la última parte trata
sobre la relación entre los supervivientes del holocausto y los
soldados alemanes forzados a los que no consiguieron embotarles la
mente ni insensibilizarlos como se intenta hacer a los matarifes de
los mataderos, y el movimiento en defensa de los derechos de todos
los animales. Para muchos de ellos el paralelismo entre el trato a
los judíos y a los animales no humanos fue evidente, por lo que se
hicieron veganos y activistas, ya fuera por empatía como por lógica,
porque no se puede ser indiferente ante el sufrimiento de miles de
millones de seres sintientes si se pretende defender el derecho a la
vida y a la libertad, se detesta el derramamiento de sangre y se
defiende el respeto a los diferentes, a no ser que se quiera
caer en una descomunal incoherencia. Es muy fácil recurrir a citas
de supervivientes de los 2 bandos mencionados cuando los que no
vivieron aquella atrocidad nos dicen a los animalistas que estamos "locos" al intentar establecer algún tipo de paralelismo entre
las 2 atrocidades. Por poner sólo 2 ejemplos:
"Auschwitz empieza donde quiera
que alguien mira un matadero y piensa: sólo son animales"
(Theodor W. Adorno, filósofo alemán)
"En nuestro comportamiento hacia
los animales, los humanos somos nazis" (Isaac Bashevis Singer,
Premio Nobel de Literatura y descendiente de víctimas del
holocausto)
Y así, mientras a los animalistas a
los que nos resulta evidente que el humanismo a secas se queda corto
y conduce al abuso de poder y a los que se nos llega a decir que "no
se nos toleran semejantes comparaciones", cosa que nos ha ocurrido
a muchos, los antropocentristas cortos de miras se niegan a ver el
paralelismo existente entre el funcionamiento de un pensamiento
sexista, racista o especista y continúan abusando de su poder, a
pesar de que no somos nosotros los que comparamos. Una vaca es
una vaca, un águila es un águila y una abeja es una abeja, que poco
tiene que ver con un humano pero no por ello tiene su vida más ni
menos valor, mientras que ellos son los que comparan especies desde
el momento en el que establecen jerarquías. Lo que los animalistas y sensocentristas
defendemos es el derecho inherente de todo ser sintiente a la
libertad y al placer, por lo que por lógica no puede existir el
derecho del más fuerte a vulnerar los derechos de los más débiles.
El sufrimiento y la explotación son sufrimiento y explotación,
provengan de donde provengan. Porque le pese a quien le pese, el
paralelismo entre especismo, sexismo y racismo es evidente, aunque
lamentablemente a quienes les está pesando es a los miles de
millones de inocentes que cada día son torturados y masacrados para
el placer y el capricho de los más fuertes, donde por supuesto entra
también en juego el ámbito de la alimentación. Porque tal como dijo la pintora Judy Chicago,
declaración recogida también en el libro, "muchos dirían que
las consideraciones morales no deben ser extendidas a los animales,
pero eso es justamente lo que los nazis dijeron de los judíos".
Para los vagos que no quieran leer un
libro no les vaya a explotar el cerebro, no os preocupéis que lo
tenéis como audiolibro para poder escucharlo sin excusas en el
coche, lavando los platos o paseando al perro: http://bit.ly/10pdDXv
No creo que sea capaz de leer este libro. No por temor a que me explote el cerebro :) Ya sabes que el terror solo lo disfruto cuando es ficción. Leí algo obre este libro hace tiempo y solo el título me eriza el vello.
ResponderEliminarSiempre he pensado en que era igual de siniestra y terrible la idea de los mataderos y el exterminio nazi. Los mataderos no dejan de ser, se pongan como se pongan los demás, genocidios de animales. No se necesita mucha honestidad para verlo y reconocerlo. Otra cosa, es que yo sea coherente y buena persona.
Espero encontrar 55 minutos para ver el vídeo de tu anterior post. Ya te contaré.
Este libro es muy intersante pero también muy crudo. Gracias por promocionarlo. Nunca se sabe a cuantas personas podemos concienciar.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pd. Alberto, nadie duda de que seas buena persona. Se te nota en los blogs que tienes buen corazón, además de sentido artístico.