jueves, 23 de mayo de 2013

¿Por qué maltratamos tanto a los animales? Un modelo para la masacre de personas en los campos de exterminio nazis


Somos muchos los animalistas que recurrimos al holocausto nazi para concienciar a los carnívoros. Siempre se nos contesta que los animales no humanos no pueden ser comparados con los humanos cuando son paradójicamente estas personas las que se dedican a comparar desde el momento en el que establecen jerarquías de valor, o que nuestro intento de argumentación es históricamente insostenible. No opinó lo mismo Charles Patterson, historiador y profesor de historia, cuando se decidió a escribir el libro "¿Por qué maltratamos tanto a los animales? Un modelo para la masacre de personas en los campos de exterminio nazis".

Dividido en 3 partes, el libro comienza con una primera parte donde se dan unas básicas nociones de historia antropológica. Los humanos, que aparecimos en los últimos 10 segundos de la historia del universo según Carl Sagan, nos creemos superiores porque hemos conseguido tener poder sobre todo el entorno y sobre todos los demás seres vivientes, creyéndonos que somos el fin del universo o que estaremos aquí eternamente. Toda la historia del homo sapiens se concentra en la última palabra de un libro de 1000 páginas, y aún así hemos conseguido destrozar el mundo y hacer de él un infierno para los diferentes. Desde entonces y en la mayoría de las culturas los animales no humanos han sido maltratados y hemos utilizado como insulto los nombres de especies no humanas (¿pero no éramos los animalistas los que nos empeñamos en comparar?), algo que ha sido muy habitual en todas las guerras y genocidios de la historia resultándonos más fácil así esclavizar a otras razas al igual que "domesticamos" a otras especies y acabar con otros humanos al supuestamente restarles valor, ya que al estar en la cima de nuestra escala de valores el poder, los animales no humanos tienen menos valor que nosotros. No dejó de hacerlo Hitler tampoco, tratando a los judíos de ratas, arañas, sanguijuelas, etc., él, que desde siempre dejó claro que admiraba el genocidio practicado por los colonos europeos en América.

La segunda parte se centra en analizar la historia y la evolución de la terrible e insensible industria cárnica en la que ya ni siquiera se considera a los animales como tales, sino como meros objetos. Curiosamente a Henry Ford, quien desde niño me causó repulsión al ser considerado el mesías en la novela distópica "Un mundo feliz" de Aldous Huxley, se le ocurrió la horrenda idea de crear cadenas de montaje basándose en la industria cárnica. Él no fue el creador, ya estaba creada y se limitó a aplicarla a la industria automovilística, extendiéndose el método de trabajo a todos los sectores de manera que la tónica general de todas las empresas es la de oprimir a humanos que oprimen a su vez a otros animales, tanto humanos como de otras especies. A pesar del enfrentamiento entre Alemania y EEUU, Hitler siempre declaró admirar la industria norteamericana y sus métodos, incluyendo la cárnica, tenía un retrato de cuerpo entero de Ford, camarada que se dedicó a abastecer de coches a la Alemania nazi y que escribió artículos y un libro completo en contra de los judíos, lo que aumentó más la admiración de Hitler por él, el único estadounidense nombrado en "Mi lucha", y lo consideró su inspiración a la hora de trasladar esa metodología de trabajo en cadena a la "Solución Final", que es como se denominó al exterminio de judíos. Los paralelismos son evidentes. Los procedimientos de eugenesia empleados por los nazis para lograr una "raza pura", incluyendo esterilizaciones (entre 300.000 y 400.000 alemanes fueron esterilizados) y eufemísticamente hablando eutanasias forzadas de aquellos que "no valen", fueron tomados tanto de la industria cárnica basada precisamente en esa metodología como de los eugenistas estadounidenses que ya llevaban mucho tiempo practicando esterilizaciones a negros, judíos y discapacitados, eugenistas estadounidenses que por cierto apoyaron los métodos de Hitler y fueron bien avenidos en Alemania. La "optimización del proceso", el transporte de judíos desnudos hacinados en camiones para ser llevados a campos de concentración estética y éticamente similares a los mataderos de animales no humanos, el "procesado" de enfermos, débiles y heridos, las fases por las que pasaban los judíos al ser conducidos a las cámaras de gas, incluyendo el típico "tobogán" o "tubo" de los mataderos que en Treblinka tenía unos 4 metros de ancho y unos 80 de largo y que iba desde los "vestuarios" de la planta inferior a las cámaras de gas del campo superior, y un larguísimo etcétera, fueron tomados directamente de la industria cárnica, o de la farmacéutica si tenemos en cuenta que los judíos sufrieron experimentos médico-quirúrjicos calcados a los que aún sufren millones de animales no humanos "en nombre de la ciencia". Incluso los funcionarios del programa T4, programa de "selección" y "eutanasia" que culminaría en las cámaras de gas, con nombres y apellidos, fueron expresamente buscados en carnicerías y mataderos. Hay una línea recta desde los mataderos a los campos de concentración nazis, desde la industria cárnica hasta el holocausto judío.

Finalmente, la última parte trata sobre la relación entre los supervivientes del holocausto y los soldados alemanes forzados a los que no consiguieron embotarles la mente ni insensibilizarlos como se intenta hacer a los matarifes de los mataderos, y el movimiento en defensa de los derechos de todos los animales. Para muchos de ellos el paralelismo entre el trato a los judíos y a los animales no humanos fue evidente, por lo que se hicieron veganos y activistas, ya fuera por empatía como por lógica, porque no se puede ser indiferente ante el sufrimiento de miles de millones de seres sintientes si se pretende defender el derecho a la vida y a la libertad, se detesta el derramamiento de sangre y se defiende el respeto a los diferentes, a no ser que se quiera caer en una descomunal incoherencia. Es muy fácil recurrir a citas de supervivientes de los 2 bandos mencionados cuando los que no vivieron aquella atrocidad nos dicen a los animalistas que estamos "locos" al intentar establecer algún tipo de paralelismo entre las 2 atrocidades. Por poner sólo 2 ejemplos:

"Auschwitz empieza donde quiera que alguien mira un matadero y piensa: sólo son animales" (Theodor W. Adorno, filósofo alemán)

"En nuestro comportamiento hacia los animales, los humanos somos nazis" (Isaac Bashevis Singer, Premio Nobel de Literatura y descendiente de víctimas del holocausto)

Y así, mientras a los animalistas a los que nos resulta evidente que el humanismo a secas se queda corto y conduce al abuso de poder y a los que se nos llega a decir que "no se nos toleran semejantes comparaciones", cosa que nos ha ocurrido a muchos, los antropocentristas cortos de miras se niegan a ver el paralelismo existente entre el funcionamiento de un pensamiento sexista, racista o especista y continúan abusando de su poder, a pesar de que no somos nosotros los que comparamos. Una vaca es una vaca, un águila es un águila y una abeja es una abeja, que poco tiene que ver con un humano pero no por ello tiene su vida más ni menos valor, mientras que ellos son los que comparan especies desde el momento en el que establecen jerarquías. Lo que los animalistas y sensocentristas defendemos es el derecho inherente de todo ser sintiente a la libertad y al placer, por lo que por lógica no puede existir el derecho del más fuerte a vulnerar los derechos de los más débiles. El sufrimiento y la explotación son sufrimiento y explotación, provengan de donde provengan. Porque le pese a quien le pese, el paralelismo entre especismo, sexismo y racismo es evidente, aunque lamentablemente a quienes les está pesando es a los miles de millones de inocentes que cada día son torturados y masacrados para el placer y el capricho de los más fuertes, donde por supuesto entra también en juego el ámbito de la alimentación. Porque tal como dijo la pintora Judy Chicago, declaración recogida también en el libro, "muchos dirían que las consideraciones morales no deben ser extendidas a los animales, pero eso es justamente lo que los nazis dijeron de los judíos".

Para los vagos que no quieran leer un libro no les vaya a explotar el cerebro, no os preocupéis que lo tenéis como audiolibro para poder escucharlo sin excusas en el coche, lavando los platos o paseando al perro: http://bit.ly/10pdDXv

2 comentarios:

  1. No creo que sea capaz de leer este libro. No por temor a que me explote el cerebro :) Ya sabes que el terror solo lo disfruto cuando es ficción. Leí algo obre este libro hace tiempo y solo el título me eriza el vello.

    Siempre he pensado en que era igual de siniestra y terrible la idea de los mataderos y el exterminio nazi. Los mataderos no dejan de ser, se pongan como se pongan los demás, genocidios de animales. No se necesita mucha honestidad para verlo y reconocerlo. Otra cosa, es que yo sea coherente y buena persona.

    Espero encontrar 55 minutos para ver el vídeo de tu anterior post. Ya te contaré.

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  2. Este libro es muy intersante pero también muy crudo. Gracias por promocionarlo. Nunca se sabe a cuantas personas podemos concienciar.
    Un abrazo.

    Pd. Alberto, nadie duda de que seas buena persona. Se te nota en los blogs que tienes buen corazón, además de sentido artístico.

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